Soundwave y los ecos del pasado

La primera vez que nos encontramos con Hunter (Ben Boyles) éste se encuentra huyendo de unos genéricos criminales entre callejones y calles mal alumbradas. Una persecución a alta velocidad que se detiene de golpe, la acción se alenta hasta que fluir al ritmo de una fotografía. Pronto descubriremos que Hunter huye porque una malvada entidad desea el invento que carga en el pecho: una máquina con la capacidad de rastrear ondas de sonido en el pasado con la que el joven intenta descubrir quién mató a su padre.

Ésa es la premisa que estructura Soundwave (2018), el segundo largometraje de Dylan K. Narang (All I Need), un thriller tecnológico sobre los peligros de no poder desprenderse de lo sucedido en el pasado. La mayoría de los personajes de la película cargan diariamente con el peso de sus acciones anteriores, un ancla que les impide continuar con su vida y que marca como un plumón indeleble sus decisiones (a menos de que sean los villanos, esos son sólo malos).

El tema toma relevancia cuando Hunter decide salvar del suicidio a Katie (Katie Owsley), una chica a la que lleva un par de meses vigilando/acosando/adorando a la distancia –es la encargada del local donde compra sus refacciones–. Katie busca acabar con su vida porque el recuerdo de su madre, una famosa cantante, la apesadumbra, ella desapareció un par de años atrás después de una fuerte discusión con el padre de Katie, quien a su vez se castiga (emocionalmente hablando) por lo acontecido esa noche.

La corporación que persigue a Hunter, encarnada en el infatigable Frank (Paul Tassone), desea con ahínco el invento porque sabe que los sentimientos de Katie y su padre, y la obsesión por sus errores pasados, es un sentimiento que comparte gran parte de la humanidad. Este punto recuerda al mundo descrito por Isaac Asimov en el cuento El pasado muerto, donde un hombre se obstina en crear un cronoscopio, un aparato con la capacidad de visualizar el pasado, sólo para ser testigo de cómo su invención trastorna de manera permanente su mundo, destruyéndolo emocionalmente.

Sus temas y el motivo estético usado por Narang para retratar en pantalla la revisión sónica del pasado (una serie de fotografías contextualizadas por medio de voz en off), conectan al largometraje con La Jetée (1962), uno de los mejores trabajos de Chris Marker. El protagonista de dicho cortometraje viaja al pasado con la intención de descubrir qué detonó una guerra mundial y reconstruir el recuerdo de su amada, que se ha desdibujado en su memoria.

Soundwave, en realidad, no busca reflexionar sobre las posibles implicaciones de la invención de Hunter o profundizar en los temas que envuelven las correteadas a cuadro, sino en crear un thriller emocionante, con solventes escenas de acción y una aparente historia de origen. La narración deja suficientes temas sin resolver que la intención parece ser dejar abierta la posibilidad de una secuela. Una onda sónica vengadora que hace justicia en las calles.

Por Rafael Paz (@pazespa)

Soundwave se encuentra disponible en diversas plataformas de V.O.D., como APPLE TVGOOGLE PLAYMICROSOFT PLAY, entre otras.