‘Plaza de la Soledad’: de la complicidad a la pantalla grande

“Para mí, un cliente es un loco psicópata que desea satisfacer sus bajas cualidades, sus bajos instintos”, dice Ángeles, una de las mujeres protagonistas del documental de la fotógrafa mexicana Maya Goded, Plaza de la Soledad (2016). Lo que está detrás de estas palabras es una mezcla de tomas con colores brillantes y montajes que entrelazan la vida de 5 mujeres mayores que se dedican a la prostitución en La Merced.

Maya Goded publicó en el 2006 Plaza de la Soledad, el segundo libro de su autoría donde muestra una serie de fotografías en blanco y negro sobre la vida de las sexoservidoras en La Merced. Tuvieron que pasar 10 años para que se estrenara el documental homónimo en el que presenta 20 años de su trabajo en este barrio de la Ciudad de México.

La Merced ha sido centro del comercio sexual en la capital del país por varios siglos. Las noticias y reportes policiacos no sólo hablan de trata de blancas y explotación sexual, sino también sobre feminicidios y desapariciones de mujeres. Este es el escenario en el que ellas viven su día a día.

A las prostitutas se les llama putas, pecadoras, locas, perras, zorras, rameras, masajistas, golfas, huilas, taconeras, de la mala vida, de la vida galante, viciosas, cortesanas, calientacamas. Ella rompe con el estereotipo y rol social de la mujer: la que se casa y tiene hijos. La que se prostituye libera su sexualidad, abre las puertas del erotismo y el placer sexual, mientras que se le impide la procreación y la maternidad. A una sexoservidora se le niega ser madre y no puede llevar una vida que sea aceptada por la sociedad.

Plaza de la Soledad invita al espectador a espantar los prejuicios y abrazar la diferencia. Nos llama a comprender que la prostitución es un espacio social, político y cultural en el que también los hombres juegan un rol fundamental en esta “sexualidad prohibida”. Pero sobre todo, le pone rostro, nombre e historia a las mujeres que se juegan la vida cada noche.

Maya Goded se adentra en las calles, vecindades y hoteles de La Merced y del Centro Histórico para mostrarnos la vida de algunas de las mujeres que luchan por sobrevivir a la crueldad de la metrópoli y a la violencia que suelen presenciar en sus trabajos. Este documental nos llama a darnos cuenta de la mujer golpeada, abandonada, casada, divorciada, madre soltera, la mujer solitaria que se oculta detrás del rimel, el labial carmesí y unos tacones altos.

Plaza de la Soledad retrata amor, tristeza, alegría y miedo. La directora logra una complicidad que sólo puede ocurrir entre mujeres. Ellas le comparten sus secretos, dolores y sueños. En definitiva, un trabajo que no se queda en plasmar la historia en la pantalla grande. Rebasa la función del documental y solidariza a la creadora con las protagonistas.

Por Sofía Huerta (@Sophia_Huerta)