‘Las herederas’ y el deseo de libertad

Bajo la perspectiva cinematográfica, el retrato de la homosexualidad femenina es hallado frecuentemente a través de perspectivas estelarizadas por jóvenes. No obstante, pocas de ellas adoptan el punto de vista de la tercera edad. Si bien en el cortometraje Marguerite (2017) se vislumbra con sutileza la confrontación personal con un pasado que incluye el amor de juventud no confesado hacia una mujer, Las herederas (2018) retoma la relación de dos mujeres que bordan la vejez y la transformación instada por las circunstancias.

Chela (Ana Brun) y Chiquita (Margarita Irún) mantienen una larga relación de treinta años, ambas descendientes de familias adineradas en Asunción, Paraguay. Al confrontar una difícil situación económica que las lleva a adquirir deudas y a vender sus posesiones, Chiquita es llevada a prisión por fraude y Chela se ve obligada a confrontar en solitario diversos cambios que cuestionan su existencia.

En su primer largometraje, el realizador paraguayo Marcelo Martinessi pone en disyuntiva la existencia acomodada de Chela, saliendo de la zona de confort en que vivía para iniciar un trabajo como taxista local, iniciando una apertura de independencia no únicamente de índole económica, sino también con la posibilidad de un nuevo prospecto romántico al conocer a Angy (Ana Ivanova), mujer mucho más joven que inyecta de vitalidad a Chela.

El relato, sutil y formal, realiza una delicada introspección que guía hacia un paulatino cambio personal en su personaje central tras la experimentación de íntimos deseos románticos y de auto-suficiencia que llevan inclusive a una apertura social con la que realiza conexiones con otras mujeres de tercera edad y de su entorno, pertenecientes a círculos de alta sociedad. A su vez, entrelaza de una manera íntima la costumbre del matrimonio de mujeres pertenecientes a una generación acostumbrada a guardar las apariencias personales, los chismes típicos de familias y secretos, con esposas devotas que complacen a sus maridos sin objeciones ni cuestionamientos, contrastando con la relación de Chiquita y Chela, sin ahondar mucho en el cuestionamiento legal que separa de poco en poco a la pareja.

Con un elegante desenvolvimiento centrado en la transformación interna que rememora al visionario de Gloria (2013), del realizador Sebastián Lelio, Las herederas no recurre ni a gritos ni sobresaltos, retratando una tragicomedia que ahonda en el hallazgo personal sin importar el paso de las décadas a través de una mujer quien, en su vejez, ejecuta una silenciosa revolución interior, resaltando el apego material y a las costumbres que muchas veces limita la libertad personal.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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