La cinta Levantamuertos se estrenó en el año 2013 en algunos cines en el norte del país y en algunos festivales de cine internacionales y nacionales como el de Montreal o Guadalajara. Tres años después ve la luz en la pantalla de la Cineteca Nacional de la Ciudad de México. La ópera prima del cineasta Miguel Núñez Osuna, busca ser una comedia negra sobre la muerte en tierra cálida.
La película se sitúa en Mexicali, en uno de los veranos más calurosos. Iván Castro (Daniel Galo) es uno de los levantamuertos de Servicio Médico Forense de la ciudad (Semefo); recoge los cadáveres del centro, los ejidos y las zonas aledañas.
Iván centra su vida en su empleo: llega al trabajo por la noche, está en su casa por el día. La rutina no es algo que le incomode, hasta que conoce a Rosa, una chica con la que termina en un hotel. Sin embargo, las cosas no acaban bien.
A Rosa le gusta el sexo sadomasoquista. Iván se excede esa noche, la golpea tan duro que la mata. A partir de este hecho, Iván tiene dos caminos: evadir el feminicidio o declararse culpable. Cualquiera de las dos opciones desencadenará una serie de eventos que llevarán a Iván a adoptar a un cerdo como su homie y a que se enamore de aquella mujer.
El guión busca desarrollar su argumento a partir del uso del humor negro, uno que otro chistorete o burla para criticar ese contexto social similar al de la realidad misma. Cuando el guionista se enfrenta a realidades que son un problema grave de impunidad o marginación, es cuando llega el reto.
La violencia de género es un grave problema en el país. No hay que olvidar los casos de las muertas de Juárez para contextualizar históricamente la zona. Tomar este conflicto para llevarlo a la comedia negra en el cine solicita no sólo ingenio sino inteligencia social.
Es verdad, la película no habla de la violencia, contra las mujeres, pero la película toma el asesinato de Rosa como acto primordial para que se lleve a cabo el nudo y el desenlace. Si el conflicto no se plantea de manera adecuada para el objetivo, entonces sólo tendremos una historia común y corriente.
Por Sofía Huerta (@Sophia_Huerta)
