La fórmula de la franquicia La Era de Hielo (Ice Age, 2002-2016) es fácil de identificar: un puñado de animales prehistóricos sufren los constantes cambios drásticos del mundo, al mismo tiempo que enfrentan conflictos personales. En cada una de las entregas los protagonistas tienen que viajar de un lugar a otro, ya sea para cumplir con un objetivo particular (regresar a un pequeño bebé humano con su familia en el film original, o rescatar a un amigo en la tercera parte) o como consecuencia directa de los mencionados cambios del planeta Tierra (así sucede en el resto de las cintas).
Obviamente otra de las características que han convertido a La Era de Hielo en un éxito de taquilla es el interminable gag que involucra a la ardilla Scrat y sus preciadas bellotas. Los cineastas responsables han explotado a este diminuto personaje y lo que inició como un descanso en la narrativa para arrancar algunas risas, poco a poco fue evolucionando hasta convertirlo en una especie de Dios, a veces para bien (él soluciona el problema de la gran inundación en La Era de Hielo 2) pero sobre todo para mal, al ser el causante de la deriva continental o el hundimiento de una ciudad equivalente a la Atlántida (en la cuarta parte). En La Era de Hielo: choque de mundos (Ice Age: Collision Course, 2016) -el punto más bajo de toda la saga aún con la mejor animación-, el gag de Scrat llega hasta las últimas consecuencias de lo absurdo: después de encontrar una nave espacial, la ardilla viaja al espacio exterior sólo para provocar la caída de un meteorito que amenaza con destruir la Tierra.
Lo único que hace diferente este quinto capítulo con respecto a las otras secuelas es que trata de aprovechar algunos personajes secundarios introducidos anteriormente. Al tener el tema de la posible extinción por medio de un meteorito, naturalmente están de regreso los dinosaurios y esa comadreja demente que fue de lo poco rescatable del tercer film. Aún así, La Era de Hielo: choque de mundos no puede evitar seguir añadiendo personajes desechables, mientras la manada conocida emprende otro viaje tratando de salvarse; en el cual ciertos problemas de la vida cotidiana los seguirán asechando (pugnas que fueron novedad hace ya varias entregas atrás).
Las historias de los miembros originales de la manada inusual (el mamut Manny, el tigre Diego y el perezoso Sid) siempre se han desarrollado alrededor de la formación de una familia y muy poco más. Para la quinta parte Manny continúa negando que su hija ya creció (mismo tema que la cinta anterior), el cada vez menos relevante Diego no deja de pensar en tener un cachorro con su novia, y Sid por fin encuentra pareja. Ahora que los otrora machos solitarios han encontrado el amor, el ciclo de La Era de Hielo debería estar por finalizar; sólo faltaría que Diego y Sid, siguiendo los pasos del mamut, logren procrear. Sin embargo, mientras el dinero de taquilla fluya, el reciclaje seguirá con disputas maritales y la Tierra sufriendo cualquier tipo de alteración (los guionistas agradecen a Scrat), o bien revelando nuevos villanos (de un simio pirata pasamos a dinosaurios voladores); de cualquier forma el desenlace siempre será el mismo porque nada, ni siquiera un gigantesco meteorito, es capaz de lastimar a estas especies, mucho menos causar su (supuestamente inevitable) extinción.
Por Eric Oriz (@ElMachoBionico)
