La difícil euforia: una conversación sobre James Broughton y ‘Big Joy’

No es fácil producir una cinta sobre una figura del cine experimental estadounidense de los años 50 si ésta no es Maya Deren o Kenneth Anger. James Broughton fue ilustre en su tiempo, pero su legado se ha desvanecido bajo el polvo de los años. La sombra de sus coetáneos también ha caído sobre él, y sin embargo aparece Big Joy: Las aventuras de James Broughton (Big Joy: The Adventures of James Broughton,2013) para recordar la trayectoria de un hombre fascinado por las posibilidades del cuerpo para liberar el alma a través de la sexualidad. Vivir, para Broughton, era un acto místico necesariamente orientado a la dicha. Aunque no siempre fue un ser humano modelo, los directores Steven Silha y Eric Slade lo celebran en toda su complejidad como poeta, cineasta, amigo. Como padre y esposo fallido, lo comprenden pero no lo ocultan. El productor Max St. Romain nos cuenta de la difícil gestación de la cinta, hecha por amigos sin espera de una remuneración, y la importancia de una figura idolatrada en su tiempo y digna de revivirse en el nuestro.

¿Cómo surge la idea de hacer un película sobre James Broughton?

Surge como iniciativa del productor ejecutivo y codirector, Steven Silha, que fue un amigo muy cercano de James, y a raíz de su muerte él pensaba que escribiría un libro sobre James, ya que él es autor, pero debido a que James fue una figura tan importante en el cine, se dio cuenta de que no iba a funcionar nada más un texto; que era importante hacer una imagen, por lo cual dijo: “Tengo que hacer una película”, lo cual nunca había hecho. Así fue que juntó a varios de sus amigos y se formó el grupito que visualizó y creó esta película.

Broughton decía que las palabras tenían que sentirse, y en la película se trata de respetar eso: las palabras aparecen cuando él lee sus poemas. ¿Qué otros elementos se les hizo importante rescatar de su obra?

Nosotros sabíamos que contábamos con un acervo gigantesco de películas experimentales y de poesía. Todo lo demás poco a poco se fue dando. Uno de los descubrimientos en el proceso de investigación fue que Steven se lanzó a la Kent State University, que resguarda todas las pertenencias de James. Al ir a investigar esto, Steven descubre que hay cajas y cajas de diarios. Resulta que James escribió en un diario desde que tenía 13 años hasta que murió a los 86. Es una cantidad gigantesca de texto. Al explorar esto y encontrar muchísima información muy valiosa fue que nuestra editora Dawn Logsdon sugiere que uno de los hilos conductores de esta película fueran extractos de los diarios.

Hay en la cinta una intención de celebrar a James Broughton pero también de mostrarlo honestamente. No se niegan los aspectos más conflictivos de su personalidad. ¿Por qué era buscaron respetar este lado de su carácter?

Por muchas razones: primero que nada, creo que es muy difícil tener una narrativa completa si muestras a un personaje unidimensional. A pesar de que estamos seducidos por esta personalidad efervescente y excéntrica de este señor, creo que tu película sólo se quedaría en la superficie si no te vas más abajo y encuentras los matices que realmente le daban vida a este personaje tan luminoso y esto proviene  de sombras, sin duda, además es muy fácil idealizar a este tipo; sin embargo, decidimos no huir de los trapitos sucios que él tenía, porque todos los tenemos.

¿Cómo se lograron acercar a la familia de James y qué tan difícil fue obtener estas entrevistas que revelan esta parte más turbia de Broughton?

Nosotros hicimos una lista larga de las personas que pudiéramos entrevistar para que nos dieran un vistazo a su vida personal. Obviamente, entre los primeros nombres que vinieron a la mente fueron los de sus familiares y sus parejas; entonces nosotros tratamos de hacer un acercamiento a la ex esposa y vimos que llegar a los hijos era más fácil. Fue ahí que una de las hijas nos sugirió que ella nos podía ayudar a llegar a la madre bajo ciertas condiciones. La señora ya está mayor, tiene prealzheimer, y si no hubiera sido por una de las hijas, no hubiéramos llegado a ella. El hijo se mostró flexible, sin embargo las hijas decidieron no participar en esta película y eso fue una de las cosas que a nosotros nos causó tristeza. Ellas nos dijeron que estaban conscientes de que su padre le había traído mucha dicha a muchas personas, pero con ellas no fue así. Definitivamente colaboraron y nos apoyaron, pero prefirieron no aparecer a cuadro. Hubo entrevistas que nos costaron más trabajo, como Lawrence Ferlinghetti, pero lo logramos.

¿Fue un aliciente el producir esta cinta sin los requerimientos de un estudio?

No creo que haya sido un aliciente. Steven es un hombre muy ocupado. Es líder comunitario y activista, entonces tiene sus obligaciones que no podía abandonar para dedicarse por completo a la película. No generó ingresos para él, como fue el caso de varios de nosotros. Yo no podía descuidar mi trabajo de producción en México para dedicarme a la película, pero eso no quiere decir que no le dedicamos un tiempo extraordinario a la producción. Todos compartimos mucho y las personas quienes recibieron el pago fueron muy pocas.

Fue una producción complicada…

Sin duda. Tenemos muchas cosas en contra. Como productor, una de mis labores fue tomar decisiones sobre la estética general de la película y yo estaba muy preocupado porque sentía que los elementos que teníamos eran perfectos para hacer una película aburridísima. Entonces, considerando que tenemos muchísimo material de las películas, una cantidad impresionante de poesía y los textos de los diarios. Me da hueva nomás de mencionarlo, entonces tuvimos que vernos hábiles para que la película fuera ágil y se sintiera contemporánea. Entonces yo dije: “Es imposible que hagamos esto si no utilizamos animación; si no, el público se va a dormir”. Creo que fue una decisión acertada pero también es una decisión cara. Decidimos avocar los recursos a la animación, que en total son cinco minutos que están distribuidos a lo largo de la película.

¿Por qué era importante rescatar a James Broughton como cineasta?

Yo pienso que él se merece un cierto crédito por lo que contribuyó en su momento. En los años 30 muy poca gente hacía cine experimental. Él era un poeta de oficio que trató de transportar ese oficio a la imagen en movimiento. El resultado fue algo muy peculiar, muy expresivo y muy accesible utilizando técnicas muy caseras. El resultado creo que tiene mucho mérito. Por ejemplo, él hizo una película que se llamó Cuento de la tarde, que se estará presentando en una retrospectiva. Realmente está muy fregona. Hay decisiones del uso de cámara, del uso de edición que están increíbles. Otro ejemplo de la relevancia de él es una película de 1970, que se llama Las posiciones doradas. Es un largo filme que es un lúdico estudio del cuerpo humano. Lo ve a través de posturas, como si fueran bocetos de Da Vinci y también en movimiento, como si fuera un estudio de danza. Estos cuerpos hacen este estudio vestidos o completamente desnudos. Nadie había hecho algo tan básico aun en 1970. Y puedes ver a cineastas como Gus Van Sant, que directamente nos ha dicho a nosotros: “De esa película yo robé escenas para My Own Private Idaho”, entonces vemos que hay generaciones de cineastas que han recibido escuela a través de estas películas de Broughton durante varias décadas.

¿Qué respuesta esperan del público mexicano?

Antes de presentar la película fuera de Estados Unidos todos en el equipo estuvimos muy nerviosos en cuanto a cómo respondería el equipo. Pensamos que quizás el mensaje era demasiado estadounidense. Pensamos que las actitudes y la cantidad tan descomunal de cuerpos desnudos en esta película potencialmente podría ahuyentar al público o espantarlos. Sin embargo, una y otra vez nos hemos dado cuenta, incluso aquí en México, de que la gente responde de una manera eufórica ante la película. El mensaje es más grande que nosotros. Es más grande que el propio Broughton y hay fibras que esta película toca, que la gente mira a nosotros y nos comparte su entusiasmo. Entonces yo confío que la gente que vea esta película en México va a responder de esta manera. Queremos que salgan con una gran dicha encima, por dentro, por fuera.

Por Alonso Díaz de la Vega (@diazdelavega1)

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