‘Las Tortugas Ninja’: Nostalgia veraniega

La inexperta pero ambiciosa reportera Abril O’Neil (Megan Fox) investiga por su cuenta una serie de delitos cometidos por El Clan del Pie, una organización criminal que tiene a la Ciudad de Nueva York inmersa en un peligroso ambiente de inseguridad, crimen y corrupción al que nadie parece capaz de hacerle frente. Su trabajo de campo la lleva a conocer a Leonardo, Rafael, Miguel Ángel y Donatello, cuatro tortugas mutantes expertas en artes marciales que, ansiosas de salir de la alcantarilla donde se han escondido toda su vida, harán equipo con ella para enfrentar al Clan del Pie y detener los planes de su malvado líder, Destructor.

Si se piensa objetivamente en el concepto de cuatro tortugas que al entrar en contacto con un mutágeno toman forma humana, son expertas en las artes marciales ninja tras haber sido entrenadas por una rata y además luchan contra el crimen en la ciudad de Nueva York, honestamente tenemos que decir que es una idea descabelladamente absurda. Pero es necesario entender que ese absurdo existe porque en un principio Las Tortugas Ninja fueron pensadas en forma de burla. Lo que Kevin Eastman y Peter Laird querían era hacer una parodia a cómics como Daredevil y Ronin; nada más.

El inesperado éxito que tuvieron Las Tortugas Ninja fue lo que provocó que después se hicieran varias adaptaciones a la televisión, al cine e incluso al teatro con ese tono burlón y cómico, en el cual veíamos a nuestros héroes luchar contra el mal, pero siempre echando relajo, burlándose y comiendo pizza sin tomarse en serio ni ellas mismas.

En la nueva adaptación Las Tortugas Ninja (Teenage Mutant Ninja Turtles, 2014), el director Jonathan Liebesman entiende a la perfección esa falta de seriedad y es la línea que sigue durante toda la historia. La película es una constante burla de sí misma; desde el principio vemos esa postura de “es una película de verano, no jodan” y con mucho cinismo se burlan de ese absurdo con diálogos como “Cuatro tortugas luchando con un robot samurai, ¿por qué no?”.

En un inicio todo va muy bien. La presentación de Abril O’Neil y cómo investiga a un “vengador anónimo” haciendo de las suyas en la ciudad; la primera vez que aparecen las tortugas a cuadro, cuando conocen a Abril; toda la explicación de su origen; la historia de sus infancias en las cloacas, si bien no es exactamente igual a la historia original, está tan bien mostrada que sí alcanza a emocionar a los fans del cuarteto. Incluso la presentación de Destructor despierta gratas emociones, pero ya pasando la primera mitad de la película, toda la fuerza y consistencia que se había logrado poco a poco comienza a decaer hasta quedarse olvidada en medio de un débil y predecible desenlace.

La falta de creatividad en el guión termina por verse compensada por una serie de impresionantes efectos especiales y secuencias de acción que ya no aportan nada (como le pasa a casi todas las producciones en cuyos créditos aparece el nombre de Michael Bay). Lamentablemente, la película termina cayendo en el típico cliché de ver a nuestros héroes capturados escuchando el plan malévolo de su enemigo que, en vez de simplemente llevarlo a cabo, lo hará dentro de los” siguientes cinco minutos”, tiempo suficiente para que las tortugas lo enfrenten y se cubran de gloria.

Una película que lo único que logra es despertar la nostalgia. Habrá chavillos que las conozcan por la serie más reciente de Nickelodeon y habremos de esos veinteañeros cercanos a los treinta que las veíamos en el Canal 5 en los 90. Independientemente de la edad, la película es de esas que, a pesar de sus fallas, no tendrá más mérito que hacernos recordar esas horas de juego cuando nos divertíamos gritando ¡Cowabonga!

Por Luis Arredondo

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