Gloria sin oro: Peter O’Toole 1932–2013

Siendo ya una auténtica leyenda en vida, la muerte confirmó lo que varios espectadores ya sabían: el nombre del actor Peter O’Toole era ya inmortal. De mirada profunda, cadencia verbal, envidiable elocuencia, devastadora clase y brutal honestidad, O’Toole fue una figura importante para la cinematografía contemporánea, no sólo por la amplia variedad de papeles que interpretó, sino por su polarizante personalidad, que llevó a algunos a acusarlo de pedante, ególatra y mezquino, mientras que su talento hablaba inmensos volúmenes y trascendía, dejando atrás al simple hombre y construyendo a la leyenda.

En Butaca Ancha queremos recordar diez de las interpretaciones que consideramos emblemáticas de la larga filmografía de Peter O’Toole, nominado en siete ocasiones al Oscar, nunca saliendo avante, hasta que se le otorgó una estatuilla honoraria, siendo que él nunca perdió la esperanza de llevarse un pelón de oro a casa por la buena.

1.-Lawrence of Arabia (1962)

Después de haber participado en la cinta de Nicholas Ray The Savage Innocents (1959), en la que Anthony Quinn la hacía de esquimal, O’Toole se consagró de la mano del maestro británico David Lean. En este clásico, O’Toole interpreta a T.E. Lawrence, un militar británico que experimenta una crisis de lealtad en medio de la Primera Guerra Mundial, haciendo servicio en el Medio Oriente. El tono épico de Lean encuentra una réplica ideal en la grandilocuente interpretación de O’Toole, quien refleja la ambigüedad moral, la fuerza y la serenidad con inquietante facilidad. Incluso el mismo Michael Fassbender, en Prometheus (2012), estudia su comportamiento como ejemplo conductual del humano perfecto.

2.-Becket (1964)

Después de hacerse de tremendo éxito y prestigio, O’Toole figuró junto a otra magnánima leyenda perdedora de Óscares (Richard Burton) en la historia de Thomas Becket (Burton) y de su Rey, Enrique I de Inglaterra, interpretado por O’Toole, quien hace memoria de sus epopeyas con el ahora difunto Becket. Un filme en el que O’Toole comenzó a explotar su vena real, prestando con brioso gusto su presencia física y su cadente e inconfundible voz para otorgar una creación multidimensional, conflictuada y de atormentada pasión del monarca inglés. Las escenas entre Burton y O’Toole son de auténtica antología.

3.-The Lion in Winter (1968)

Quizá la cinta sea mejor recordada por ser en la que la enorme Katherine Hepburn ganó su tercer Oscar en polémico empate con la debutante Barbra Streisand, el filme que retrata la historia de un viejo Rey Enrique II, cuyos hijos buscan con voracidad subir al trono, así como su esposa la Reina Eleonor (Hepburn) y su amante la Princesa Alais y su hermano, esperando la decisión final del moribundo monarca. O´Toole se enfrasca en memorables verborreas con sus compañeros de elenco en un drama de intriga de corte shakespereano que maneja la desconfianza y la ponzoña como sus herramientas más serviciales. O´Toole se presenta furico, melancólico y presentando una fuerza tan vulnerable que vuelve aún mas despreciables a sus hijos y su manipuladora consorte.

4.-Goodbye Mr. Chips (1969)

Alejándose un poco de las mallas, las espadas y las coronas estilo Laurence Olivier, el interprete anglo-irlandés cambió de giro por algo mucho más sentimental, rosa y cercano a los gustos de la extremadamente conservadora Academia para ver si, por fin, después de actuaciones titánicas, se hacía de ese galardón. Dirigida por Herbert Ross (un hombre de teatro de melosa sensibilidad), el filme va sobre un tímido maestro que se enamora de una despampanante corista (la cantante británica Petula Clark). Aunque jugarle al lado sensiblero resultó en una cuarta nominación que le fue arrebatada por algo con más punch, premiar al enorme John Wayne por una mediocre actuación en la True Grit (1969) original.

5.-The Ruling Class (1972)

Después de explorar su lado más “cursi”, O’Toole encontró un magistral balance entre ambas, decantándose por un salvaje desahogo en la que, en opinión de quien escribe, es una de las actuaciones más completas en la historia del cine, desgraciadamente ese año fue eclipsada por un padrino. En la historia de un aristócrata en la campiña inglesa que después de sufrir un colapso mental se cree Jesucristo, para después creer que es Jack el Destripador, O’Toole monologa, canta, baila, hace magia, inspira ternura, miedo y explora toda la gama de la experiencia actoral en apenas dos horas de metraje, combinando el ingenuo optimismo del salvador con la flemática perversidad del destripador.

6.-Caligula (1979) / Supergirl (1984)

Una leyenda no se convierte en una sin una caída, y la de O´Toole fue profunda y prolongada, cayendo en los mismos abismos del alcoholismo que habían devorado a su gran colega Richard Burton, llevándolo a los bordes de la locura y una salud frágil que lo llevó a tomar las peores decisiones de su carrera. O´Toole se vio en la necesidad de participar en ese embarazoso espectáculo de togas, penes y senos que fue, ahora de cultazo, Calígula de Tino Brass en el que se nota una dignidad lacerada en la presencia del otrora respetado O´Toole. Ni qué decir del regodeo campy de la versión de Superchica (de 150 minutos de duración) en la que también estuvieron Faye Dunaway y Mia Farrow, en la que O´ Toole interpretó a Zaltar (un señor con un sueter azul tipo Ferrioni que es señor del universo o una madre así). Un memorable ejercicio en degradación que lo sepultó un buen tiempo.

7.-The Rainbow Thief (1990)

Es de muchos conocido el hecho de que el cineasta chileno, Alejandro Jodorowsky, no guardó gratos recuerdos de su experiencia en Hollywood. Expresándose con desdén del actor británico por sus poses de diva y su inmanejable presencia. En esta cinta, que algunos dicen es la menor en la filmografía de Jodorowsky, un ladrón está en continua búsqueda del cazón con oro al final del arco iris espera hacerse de riqueza al amistarse con el heredero de una gran fortuna. Algo exagerada y fuera de forma, esta curiosa colaboración entre los mundos de la laxa psicomagia y la rígida ortodoxia británica es un pie de nota que enfiló a O’Toole a proyectos en una línea más abierta durante sus últimas décadas.

8.-The Final Curtain (2002)

En esta comedia de humor negrísimo, el anfitrión de un programa de concursos contrata a un novelista para escribir una favorable autobiografía de su persona y redimir su jodida reputación, sólo para enfrascarse en una batalla por los ratings con un ambicioso rival. Antes de apresurarnos a hacer comparaciones con Azcárraga, hay que mencionar que esta brillantemente socarrona actuación en la que O’Toole hacía un velado ejercicio autocrítico le valió el reconocimiento de algunas organizaciones de críticos y un ligero repunte en su carrera hacia el final.

9.-Venus (2006)

Después de años de buscar los reflectores y la atención de la gran audiencia, O’Toole encontró el rol de Maurice, un actor veterano, que se apasiona locamente con Jessie, la nieta de su amigo más cercano; intenta acercarse a ella a lo Pygmalion, adoptándola como pupila de su añejo conocimiento de la cultura británica, pero aquí la de las reglas es la pícara joven.  Haciendo del arquetipo del dirty old man un encantador y profundo personaje, O’Toole encontró la última oportunidad de competir por su Oscar (ya habiéndolo recibido de manera honoraria) y perdió contra el inolvidable Idi Amin de Forest Withaker. El sentimiento nunca favoreció a O’Toole, pero su lánguida presencia brillaba con fuerte resplandor.

10.-Ratatouille (2007)

El trabajo por el que la generación más joven conoce al histrión es un filme animado de impecable factura en el que interpretó y dio voz a millares de críticos en su discurso final. El Anton Ego creado por O’Toole y el brillante equipo de animadores de Brad Bird es un personaje flemático, elegante, sofisticado y esnob que engloba las virtudes y defectos más emblemáticas de O’Toole, el crítico que ante un innegable talento reconoció una verdad fundamental en el mundo del arte. Un personaje que todo el mundo tacha de villano, pero no es más que un buscador persistente de la grandeza.

Siempre un rey, nunca un ganador. Así se hacen las leyendas.

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