FMDI | ‘Tres instantes, un grito’: un mundo de indignados

It has to start somewhere It has to start sometime
What better place than here, what better time than now?
Guerrilla RadioRage Against the Machine

En el año 2000 la banda angelina Rage Against the Machine ofreció un concierto gratuito en la Convención Nacional del partido Demócrata en protesta por el sistema estadunidense de dos partidos únicos. Zack de la Rocha, vocalista de la banda, dijo durante la presentación: “nuestra democracia ha sido secuestrada”. El concierto y la manifestación, que se llevó a cabo de forma paralela afuera del recinto donde se encontraban reunidos los democratas, terminaron en un fuerte enfrentamiento con la policía de Los Angeles. Fragmentos del concierto y imágenes de la brutal represión policíaca pueden verse en el Live at the Grand Olympic Auditorium. En otro de los célebres conciertos filmados de Rage Against the Machine, The Battle of Mexico, City, que se filmó en la parte externa del Palacio de los Deportes, también incluye fragmentos de varias de las luchas que la banda abrazaba en aquellos años de movimientos antiglobalización. El levantamiento zapatista en Chiapas, la huelga general en la UNAM, los movimientos anti-bélicos y ecologistas en Europa y Estados Unidos, todo era parte de un mismo movimiento global que repudiaba el capitalismo, según la lógica de la banda de rapmetal.

La misma lógica sigue Tres instantes, un grito, documental de la cineasta chilena, Cecilia Barriga al presentar un vistazo íntimo y revelador a tres movimientos explosivos, iracundos, de jóvenes indignados en distintas partes del globo como un mismo grito. Comienza con el movimiento 15-M de la Plaza del Sol en Madrid, sigue a los ocupas de Wall Street en Nueva York y termina con el movimiento de los secundarios en Chile que claman: “¡La educación chilena no se vende, se defiende!” En fechas cercanas también hubo movilizaciones de jóvenes en Turquía, Siria, Londres, México y Grecia. Todas tenían el común denominador de ser manifestaciones de jóvenes hartos por las condiciones en las que vivían en sus contextos específicos.

Lo que me llama la atención de Tres instantes, un grito es la forma en cómo se desnudan los movimientos que documenta, mostrando de forma mucho más profunda cómo se estructuran y cómo existen de forma efímera como movimientos masivos y cómo más adelante penetran en el discurso público. Al inicio muestra un entusiasta grupo de indignados en Madrid que protestan por algo demasiado abstracto y ambiguo, “un descontento general por la situación actual”, claman. En una de las escenas uno de los líderes visibles del movimiento pide al resto de los indignados que participen en aportación de ideas en las urnas que han colocado en el campamento. La idea dice es “saber quiénes somos y qué queremos”. El eje central de la lucha es obtener formas de participación ciudadana realmente democráticas ante un sistema de biopolio partidista que controla el poder en España. En realidad no parece existir una lucha concreta, sino que a partir de la acampada se conformaron una serie de colectivos cada uno enarbolando una lucha distinta a través de asambleas y estructuras horizontales. Los testimonios y las participaciones de jóvenes, que osilaban entre los 19 y 36 años, no son muy diferentes de los discursos que se desprendieron de las movilizaciones a inicios del siglo XXI. “Queremos justicia, democracia, libertad”, conceptos tan ambiguos que no proponían nada concreto, sino que parecían realmente responder a un momento explosivo de hartazgo general.

Con Occupy Wall Street ocurre algo similar. “Somos el 99%”, es su grito de lucha, en alusión a que sólo el 1% de la población -los políticos, los empresarios, la clase alta- decide el curso de las sociedades actuales. Músicos, intelectuales, las erróneamente llamadas minorías sociales, desempleados, veteranos de guerra, todos confluyen en el sitio que representa en su más voraz edificación el capitalismo: la bolsa de valores, para visibilizar su propia lucha y sus propias demandas. Uno de los testimonios que aparecen, posiblemente de algún académico, que no se nombra porque casi siempre se presentan de forma anonima para colocar los discursos en el mismo espacio de importancia, brinda una imagen bastante clara de lo que pasaba en Wall Street en ese momento. Habla de Ocuppy Wall Street como un No-espacio o un espacio del No donde confluyen todos los movimientos disidentes y contrarios al sistema neoliberal. En Pervert’s Guide To Cinema, Slavoj Žižek dice sobre estas movilizaciones de forma conmovedora que las revoluciones auténticas “no están solamente dirigidas al futuro, sino que también redimen todas las revoluciones fallidas del pasado. Todos los fantasmas como si fueran, muertos vivientes de revoluciones pasadas, que vagan, insatisfechas, finalmente encontrarán su hogar en la nueva libertad”.

El último segmento del documental sigue el movimiento de los jóvenes secundarios en Chile. Para mí significa la parte más reveladora y poderosa del filme. En términos mediáticos, al menos en México, lo que más tuvo seguimiento fue el movimiento convocado por los estudiantes universitarios, en específico por la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, sin embargo, en el documental se muestra un movimiento adyacente conformado por jóvenes menores de edad que piden al igual que sus colegas mayores, una educación gratuita. Lo más enriquecedor de la lucha chilena es su objetivo concreto y la manera tan diversa de cómo se enfocan las distintas voces para conseguirlo. Y no sólo eso. Creo que los discursos están mucho mejor artículados y las problemáticas planteadas se vislumbran de forma mucho más clara que en los otros contextos.

En resúmen, Tres instantes, un grito es un documental que retrata un momento histórico que no es lejano a nosotros, que sigue resonando en el eco de luchas actuales y que muestra una forma de resistir que pronto será transformada por las nuevas generaciones, como los estudiantes chilenos que confrontaron al poder de forma inteligente y concreta, alejándose de las luchas ambiguas y utopicas del pasado. Y consiguiendo lo que parecía imposible: transformar a través de la indigación el estado de las cosas.

La película se estrenó en México durante el Festival de la Memoria. Documental Iberoamericano que se llevó a cabo en Cuernavaca, Morelos del 29 de octubre al 6 de noviembre de 2014; y consiguió una mención honorífica en la Sección Memoria.

Por Davo Valdés de la Campa (@Davovaldes)

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