FICUNAM es inquieto, curioso e inconforme: Roger Koza

A partir del 21 de febrero y hasta el 3 de marzo tendrá lugar la tercera edición el Festival Internacional de Cine de la Universidad Nacional Autónoma de México (FICUNAM), certamen que proyectará más de una centena de películas provenientes de 35 países.

A lo largo de sus tres ediciones, Eva Sangiorgi, directora del festival, y su equipo se han dedicado a convertir al FICUNAM en un punto de referencia para la cinefilia nacional y extranjera. En palabras de Roger Koza, programador del evento, les interesa más la forma que los temas que tratan las cintas y eso es lo que los distingue de otros festivales.

Butaca Ancha (BA): Desde el punto de vista del programador, ¿cuál es la visión y proyección del FICUNAM?

Roger Koza (RK): «El festival, cuando uno revisa la programación de su primera edición a la fecha, denota una suerte de coherencia en todas sus líneas de programación. Es decir, hay retrospectivas que marcan un camino en la comprensión del cine. Es un festival que arranca con Apichatpong Weerasethakul, después con Masao Adachian y con (Peter) Tscherkassky, en esta tercera edición tiene tres retrospectivas: Edward Yang, Jonas Mekas y Darezhan Omirbayev. Allí hay un núcleo fuerte del festival con una idea muy precisa de que el cine se define, antes que por sus temas, por su forma. Cada uno de estos directores ha trabajado formalmente sus películas, ha tenido ideas sobre el cine y establecido una relación entre esas ideas y sus películas. Lo que implica una relación con el mundo.

«Desde ese lugar, uno puede ver inmediatamente una política de programación. Esta política tiene a su vez un correlato en la competencia. Éste es un festival en que la competencia no es simplemente una excusa: “porque hay que tener competencia”. Se supone que un festival sin competencias no es legítimo, excepto que sea el de Nueva York que desde un principio entendió que las películas no pueden competir entre ellas.»

Para Koza, el FICUNAM tiene claro que los premios que otorga no sirven para definir si una cinta resulta mejor que otra, sino para incentivar que ese cine diferente y que se sale del molde se mantenga, así, los jóvenes creadores reciban un estímulo para continuar con su carrera.

Este año la competencia internacional está compuesta por 14 títulos, entre los que destacan The Act of Killing de Joshua Oppenheimer; Cumbres, Gabriel Nuncio; Escuela Normal, Celina Murga; Vers Madrid – The Burning Bright! (Scene from the Class Struggle and the Revolution), Sylvain George; y Leviathan, Véréna Paravel y Lucien Castaing-Taylor.

«La competencia del FICUNAM no es, como en otros lados, películas de relleno. Creo que si no tuviéramos competencia, esas películas serían fundamentales en la identidad y estructura del festival,» asegura Koza. Sobre el jurado afirma que «tienen la misma importancia que una película. No elegimos un jurado por prestigio. Lo pueden tener y es bienvenido que lo tengan. Elegimos por la capacidad de visión que tienen en la actividad que se desarrollen, sea la crítica, la dirección de un festival, la de dirigir películas.» Los miembros del comité son Jean-Pierre Rehm, director del FIDMarseille; Athina Rachel Tsangari, cineasta; Dennis Lim, crítico y colaborador de The New York Times; Nicolás Pereda, cineasta; y Mark Peranson, escritor, programador y cineasta.

A diferencia de otros festivales alrededor del mundo, que combinan el lado comercial con el artístico, como Cannes, que tiene un mercado de películas o ha incluido en su competencia oficial filmes como Sherk 2 (2004). Situación que se repite en la Berlinale o en el Festival de Toronto (TIFF). El FICUNAM se enfoca en una vena más artística, incluso académica.

BA: ¿Podríamos decir que el FICUNAM está enfocado al arte y no a la comercialización de las películas?

RK: «Lo que vos decís implica un problema de fondo. Cuando uno revisa otros festivales tienen focos de industria. Algunos le dan un lugar importante al desarrollo industrial, no hay una mirada clara sobre lo que se programa y lo que se pretende. La concepción de la industria se empieza a filtrar en el orden de la programación. No se termina por entender la diferencia entre una concepción estética o una concepción comercial respecto del cine. Éste es un riesgo que tienen los festivales, uno puede leer las programaciones y detectar con claridad dónde se está filtrando el imperativo comercial.

«En el FICUNAM no hay ninguna actividad de industria. Las actividades paralelas exacerban un costado que la industria desestima: son del orden del conocimiento. El festival tiene una concepción fuerte de programación y, al estar unida a la UNAM, inmediatamente las actividades paralelas están vinculadas con un ejercicio deliberado y profundo de producir un discurso.

«En la pasada edición, teníamos un coloquio de cine radical, este año hay una fuerte presencia de la crítica con foros vinculados a ella. El cine en el FICUNAM invita a un trabajo inmediato de relacionar la imagen con el conocimiento. Es una amalgama entre estética y epistemología. Una voluntad de saber, además de una voluntad de mirar.»

BA: ¿Se agrega un trasfondo académico?

RK: «Yo no uso deliberadamente la palabra, porque lo académico, y sobre todo lo institucional, tiende a tener un rigor. La academia tiende a fosilizar sus conocimientos, a pesar de que se plantea que es un lugar de permanente revisión y autocrítica. El espíritu académico es lo que toma el FICUNAM. La palabra académico suena como una cosa seria, donde se pierde cierta vitalidad. No debería ser así por el espíritu universitario de UNAM.

«Éste es un festival donde yo siento una absoluta libertad. Se invita al rigor intelectual, pero a la vez está el espíritu lúdico, cierto hedonismo crítico donde las películas suministran placer y realidad.

«Al estar funcionando un festival en una universidad y no en un shopping, en un mall con cines, eso le da un giro distintivo. Es inmediato. Creo que en los tres años consecutivos, esto se ha aprovechado en el diseño de programación.»

Además de Koza, Eva Sangiorgi, Maximiliano Cruz y Sébastien Blayac conforman el equipo de programadores del festival, juntos trabajan durante todo el año para definir los largometrajes y cortometrajes que se proyectarán. Son 9-10 meses en los que ven cientos de filmes, «es casi como tener un hijo,» ironiza el también crítico.

FICUNAM2013BA: Como programador, ¿cuáles son tus funciones? ¿Cuál es el proceso que sigue una película para llegar a la programación?

RK: «Eva Sangiorgi —directora del festival— y Maximiliano Cruz juegan un papel fundamental. La decisión de una directora es importante. Vemos muchas películas a lo largo de un ciclo que tomaría unos 9-10 meses, casi como tener un bebé. En esos meses uno ve películas que llegan por convocatoria del FICUNAM, películas que viajan y transitan en otros festivales, y, en última instancia, nos llegan películas porque les interesa el festival, a los propios directores les interesa mostrar sus películas en México y en el FICUNAM. La tarea de programación empieza así.

«Luego hay concepciones estéticas. En el grupo de trabajo hay una diversidad que jamás se transforma en eclecticismo y que no se transforma en un conflicto de posiciones distintas sobre el cine. Hay un lugar común entre nosotros, donde tenemos un entendimiento del cine con nuestros gustos partículares. Eso se combina y termina constituyendo la identidad del festival.»

BA: ¿Hay algún criterio específico que deba cumplir la película para ser seleccionada?

RK: «No miramos las películas sólo por lo que cuentan o muestran, sino por cómo cuentan y muestran. El punto de anclaje está localizado en una mirada formal del cine. Nosotros estamos preocupados por el lenguaje del cine. Porque el cine, antes que nada, es un lenguaje. Es un arte. Y como cualquier arte, tiene formas más allá de lo que se exprese.

«Uno puede contar historias de amor, pero lo que hace que sea una película no son tanto los giros narrativos sino la forma elegida para hacerlo. Si viene una película con un tema apasionante, incluso bien hecha, pero se parece a una comercial, probablemente nos guste pero no la vamos a poner en el festival. No es el tipo de películas que nosotros elegimos, la idea es detectar líneas formales en el cine y no engañarse con modas que se imponen en los festivales. Que engañan a los programadores a través de ciertas elecciones formales. Léase planos largos, en algún momento hay un animal que se mata y se carnea, el personaje está en la naturaleza. Hay que detectar las trampas que compran los europeos, que terminan haciendo que los latinoamericanos hagan películas con ciertos criterios porque es lo que los europeos van a programar. Eso llega a nosotros como si fuera lo que tenemos que programar.

«También nos interesa seguir las carreras de ciertos autores que hemos visto nacer y hoy están en su tercer película. Vemos que hay una obra interesante y darle continuidad.»

En sus viajes alrededor del mundo, el equipo de programadores se ve influenciado por otros festivales y que no son necesariamente los consagrados, sino algunos «más pequeños, como Locarno o FIDMARSEILLE —que se realiza todos los años en Marsella—. Ahí está pasando lo que no pasa en otros lugares», según Koza. Sin imitarlos, el FICUNAM los usa como faros para iluminar sus propios objetivos, porque «allí el cine contemporáneo vibra, respira más que en festivales ‘consagrados.’»

Como programador «teneis que ir a una zona de la inteligencia y la sensibilidad, donde no hay referencias y referentes, para dictaminar si tu apreciación es válida. Es ahí donde uno tiene que jugarsela. Ver y tratar de entender si uno encuentra un valor intrínseco y no un valor del consenso. Es muy difícil, puede fallar, pero cualquier festival que quiera dar una contribución al mundo del cine tiene que tomar este tipo de riesgos.»

BA: ¿El festival nace en la UNAM o germina afuera y después se une?

RK: «Nace en la UNAM. La idea fue de Eva Sangiorgi, el festival no nace de un capricho. Tiene una prehistoria que es el FICCO (Festival Internacional de Cine Contemporáneo), que fue clave para la Ciudad de México. Y que murió o lo asesinaron. Eso es lo difícil para los festivales que nacen libres, cómo sostener su libertad.

«Creo que FICCO había nacido libre y le cobraron la libertad. Lo asesinaron. FICUNAM ha nacido libre, es su tercer año y ojalá se pueda sostener así y crecer. FICUNAM es más radical que FICCO, hay menos concesiones sobre la programación. Hay un núcleo genético común, en parte porque uno de sus programadores está en FICUNAM, Maximiliano Cruz, y Eva Sangiorgi se forma en ese festival.

«Ella se da cuenta del vacío que había dejado FICCO, pasan unos años y concibe la posibilidad de hacer un evento de esas características pero fuera del orden de una empresa de distribución cinematográfica (uno de los principales socios del FICCO era Cinemex). Presenta el proyecto, la universidad lo escucha, lo examina y da el visto bueno. El festival nace del seno de la UNAM con una genealogía fuera de la UNAM

Otro de los aspectos que distinguen al FICUNAM de otros encuentros cinematográficos es la inclusión de críticos de cine dentro de su organigrama. Además, este año se organizaron diversas mesas de análisis, simposios y encuentros sobre la crítica y el quehacer de quienes la practican. Incluso se llevará a cabo Fósforo: 3º concurso de crítica cinematográfica Alfonso Reyes.

BA: ¿Es importante la crítica de cine para el FICUNAM?

RK: «Me atrevo a decir que el catálogo del FICUNAM no tiene comparación con otros catálogos de cualquier lado. Si uno lo examina es un libro de críticas. Literalmente. Se podrá discutir si sus críticos/programadores son buenos o malos, pero vos te encontrás con una sinopsis con un lenguaje crítico. Está no sólo en el catálogo sino en cómo se miran las películas.

«La relación entre crítica y el festival es constitutiva. Yo soy crítico y estoy en esa estructura. Eva (Sangori) buscó eso. Maximiliano (Cruz) no es crítico, es programador, pero tiene el potencial de ejercer como crítico eventualmente. En todos nuestros festivales ha habido críticos en el jurado.

«La crítica para nosotros es central, un festival que trabaja junto a críticos garantiza una inquietud constante, una curiosidad y conjurar el inconformismo. El crítico no es un iluminado, es alguien que está trabajando conscientemente sobre las formas del cine y, por lo tanto, me parece que es un agente fundamental. En FICUNAM la crítica es algo asociado desde primer momento.»

Como se dijo líneas arriba, Roger Koza divide su tiempo entre ser programador del FICUNAM y crítico de cine. Actualmente, su blog Ojos Abiertos puede ser consultado en el sitio web Otros Cines.

BA: ¿Cómo es una buena crítica de cine?

RK: «Una buena crítica de cine es aquella que le permite al lector encontrar un conjunto de elementos que quizás vio, pero no llegó del todo a describir. Y si uno no describe lo que ve, no llega a verlo todo. O, más fuerte aún, cosas que ni siquiera había visto que estaban. Uno puede ayudar al lector, compartir con mucha precisión una mirada sobre la película. Ésa es una buena crítica: que de ganas, si la vio, de volver a verla. Si no la vio, ir a verla.

«Uno de los elogios más grandes que recibo como crítico es que esa película o la fue a ver de nuevo o le dio ganas de ir a verla. La contracara es que te escriben, sobre todo si no la habían visto, y te pueden decir ‘tu texto era mejor que la película’ y en el peor de los casos: ‘estás diciendo cualquier barbaridad de la película, es una porquería y vos no sabes mirar lo que estás viendo.’

«La crítica debe brindar un nuevo orden de visibilidad. Su trabajo es dar vuelta, cambiar de posición lo que está visible y eso hace que lo que estábamos viendo tenga muchas más cosas para mirar. Eso es para mi una buena crítica.»

Por Rafael Paz (@pazespa)

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