FICUNAM | Una entrevista sobre la tierra los altares

La competencia Ahora México de la décimo cuarta edición del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM) concluyó con la elección de la tierra los altares, de Sofía Peypoch, como la Mejor Película Mexicana del programa.

En el documental, de acuerdo con su sinopsis oficial, “Sofía vuelve al escenario de un secuestro. En la oscuridad y el silencio, sus manos buscan del subsuelo los rastros de una memoria enterrada. Otras, otros replican este gesto quimérico. La tierra es un testigo inmutable que se niega a olvidar”.

Previo a la entrega de premios charlamos con Peypoch sobre la oportunidad de participar en una de las competencias del festival, los orígenes del proyecto y la idea de que la memoria habita en lugares y objetos, donde se mantiene viva.

Butaca Ancha (BA): Habías estado previamente en FICUNAM, pero es tu primera vez en la competencia Ahora México, ¿qué significa esto para ti?

Sofía Peypoch (SP): Para mí fue algo monumental. porque FICUNAM es el mejor festival de México y de los mejores festivales que hay. Me era muy importante, específicamente con esta película, el estreno en México y sentía que no había otro lugar en en donde quería estrenarla, porque siento que el FICUNAM empuja por un cine que no necesita categorizar y en el que la forma depende de qué necesita la película y no es necesario seguir con patrones preestablecidos.

BA: Sí, siempre han apostado por un cine que no se puede meter en una categoría y creo que tu película es precisamente así. Cuéntame un poco de su construcción. Partes de una experiencia personal, pero se van sumando otros elementos estéticos o narrativos. ¿Ésa siempre fue la idea o se construyó sobre la marcha?

SP: Un poco de las dos. Al principio, cuando fui a grabar al lugar del que me levantaron, no fui con la intención de hacer una película. Eso fue hace cuatro años, un mes después de que acababa de pasar. Más bien había un impulso que estaba siguiendo en mi cuerpo, había esta intuición, sabía que si llegaba ahí iba a ordenar, o por lo menos eso pensaba, a poder darle orden a esa situación.

Justo siempre grabo todo, fotografío todo y entonces naturalmente me llevé mi cámara, una luz, un flash. Y llegué y filmé. Siento que esa parte de la película es la más bonita, porque se siente que tanto la cámara como yo estamos presenciando el lugar. No hay nada tratando de articular, o alguien que está pensando hacer una película. Nada.

Después de eso, en 2022, decidí empezar a hacer este documental. Fue un poco qué está alrededor de esta experiencia, no tanto específicamente con ese día. ¿Qué cosas se conectaron? Lo empecé a trabajar yendo a los lugares con la cámara, hablando con gente. Y en eso, esta peli se tallereo con muchos asesores, para ellos era muy abstracto. Estoy muy acostumbrada a salir con la cámara y confiar, pero para ellos era muy abstracto y entonces fue la primera vez que trabajé una especie de guión, en donde primero bajé todas las ideas de lo que ya sabía que había filmado y había empezado a editar, porque yo filmo, edito, filmo, edito, filmo, edito en los cortos que he hecho y así empiezo a ver cómo se está articulando el material.

Me permitió empezar a imaginar qué cosas quería explorar, qué conversaciones, qué personas.Escribía en el guión lo que imaginaba iba a filmar y al filmar encontraba cosas nuevas, entonces regresaba a la reescritura del guión.

BA: Por esa percepción de abstracción, ¿existe una parte más tradicional documental con algunos buscadores?

SP: Son antropólogos que buscan desaparecidos. Cuando me dijeron ‘okay, necesitamos un guión para entender por dónde vas’, empecé a explorar. Había varias entrevistas, aunque al final es la única que dejé en la película. Eran varias entrevistas con distintas personas y las había escrito en el guión pensando que tenía una estética muy fuerte, o sea, el material original tenía esta estética muy onírica, como que te hechiza un poquito. Las entrevistas fueron en la noche, las calculé para que mientras atardecía se fuera oscureciendo conforme la conversación pasaba, todo era muy pensado en atmósfera.

Soy fotógrafa y después entendí que si seguía trabajándolo desde ahí, se iba a sentir como una ficción de alguna manera, como un sueño. Y, en realidad, al trabajarlo con dos de los asesores que tuve, nos dimos cuenta que la película necesitaba algo que hiriera esa estética y aterrizara en una realidad que no estuviera ornamentada, que no fuera por la estética y que ellos se vieran afectados por lo que estaban diciendo, más que por una atmósfera o una pregunta específica. Por eso decidí valerme de lo tradicional, poner la cámara en un encuadre súper sobrio en su espacio, no cambiar nada y dejar que ellos hablaran.

BA: Al ver la tierra los altares, pensé que una de sus ideas centrales es la manera en que tanto los espacios físicos como los objetos, guardan memorias. Se relaciona con algunos de tus trabajos previos.

SP: En general siempre lo que hago tiene que ver con la memoria y pensar la memoria como algo que está vivo, como algo que no se queda en el pasado, sino que está constantemente transformándose y sobre escribiéndose como si fuera un palimpsesto. Para mí en la peli eso fue muy claro, conforme empecé a regresar a la Tierra y tratar de entender mi propio proceso —y entender cómo se conectaba con una colectividad en este país—, comencé a entender que la Tierra es, literal, el espacio donde se materializa la memoria. De alguna manera es el archivo vivo, los espacios también guardan memoria, tanto un espacio en un bosque, como una casa.

Específicamente con los huesos, fue algo como muy extraño, porque tomé un taller de antropología y anatomía comparada con los antropólogos que aparecen a cuadro y para mí era rarísimo, porque la manera en la que ellos te enseñaban a leer el hueso era a partir de un hueso que no es tuyo, a partir de un hueso de animal, porque ellos no te pueden enseñar con huesos humanos. Me era una cosa muy rara. Vivimos en un país en donde tienes que aprender a leer un hueso, conocer tu cuerpo desde otro espacio. Esa secuencia era cómo puedes convertir este proceso de leer un hueso en sí, en un marco en el que te puedas sumergir. En esa repetición hay mucho cuidado con los huesos, pero es una meditación, puedes empezar a verter tus pensamientos y tu reflexión en torno a los huesos.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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