‘El futuro’: Pasados recurrentes

Corre el año 1983 en España cuando se comienzan a desplegar los primeros tintes  de una inevitable democracia creciente, apadrinada por las elecciones de un año antes, donde el partido obrero triunfa apabullantemente en las elecciones y deja atrás un periodo de alrededor  de 40 años  de dictadura.

Esto se ve inmediatamente reflejado en los diversos  sectores del país,  principalmente en su economía, ¿pero qué pasa con la sociedad? Núcleo de toda democracia, un latente revuelo cultural se empieza a cocinar, y los españoles se adaptan a velocidades  extraordinarias a los nuevos cambios socioculturales, en parte gracias a las inclusiones de países del otro lado del mundo. Esto sucede sobre todo en la juventud, una mayoría siempre hambrienta de cambio y nunca conforme. Este tema se expone singularmente en El futuro (2013), de Luis López Carrasco, donde podemos encontrar a un grupo de jóvenes disfrutando de los excesos, individualismo y cierto grado de  frivolidad, ahora bien vistos y celebrados en este país. La película nos relata el cuadro de una fiesta de estos jóvenes cansados de la severidad franquista, que se caracteriza principalmente por un alto grado de desencanto juvenil.

Esta obra es un tanto compleja,  ya que no muestra rasgos discursivos. Los cortes abruptos hacen parecer que estamos dentro de muchas fiestas a la vez y por consiguiente existe la sensación de atemporalidad, aunque esto es rescatado por el hilo donde cuelgan todas las tomas:  la música. Las canciones  acompañan idóneamente las imágenes que vemos en pantalla; sus letras sólo se podían adaptar aparentemente a esa época, aunque ahora sabemos que no;  también juega otro papel importante, siendo el elemento que minimiza las voces  de los que interactúan en la celebración.

Este falso found footage también es un ejercicio interesante,  ya que  parece que el autor  trata de filmar el pasado con los medios correspondientes a los de ese entonces,  la calidad de imagen y de audio la convierten en algo más representativo de su época. También es, por otro lado, una obra que nos conduce al camino de la reflexión. En una analogía personal, presiento que la visión central que maneja la película nos habla de los años posteriores de democracia emulando a la “fiesta”; el resultado es esta gran “resaca” que se vive actualmente en la política de esta nación.

Esta no puede ser pasada por alto, al menos por las personas que desean  vivir al máximo y a su vez siempre estar recordando que gracias a ese pasado turbulento nos hemos conformado como somos ahora, sobre todo recientemente,  donde los jóvenes nos encontramos en una constante búsqueda de identidad y hallamos alojo en momentos del pasado que algunos ni siquiera recuerdan.

Por Giovanni Vivar