Cordero y la sanación divina

Las primeras imágenes de Cordero (Lamb, 2021) nos invitan a acompañar el trayecto de una criatura que no vemos, aunque su presencia en el entorno es perceptible. La cámara avanza entre paisajes nevados y cerros hasta alcanzar un pequeño establo donde descansa un grupo de corderos, pertenecientes a una granja aislada en algún punto no específico de Islandia. Los animales miran sin emoción desde el interior de la pequeña edificación al recién llegado.

Las siguientes acciones que observamos pertenecen a la vida diaria de la granja que administran Maria (Noomi Rapace) e Ingvar (Hilmir Snær Guðnason), quienes pasan sus días completamente sumergidos en sus labores, lejos de cualquier otro atisbo de civilización o de personas en las proximidades. Su solitaria cotidianeidad se ve interrumpida cuando al asistir a uno de sus animales en un parto, éste da a luz a una criatura con cabeza de cordero y cuerpo humano. Pasada la estupefacción inicial, el matrimonio “adopta” a la recién nacida y la nombra Ada.

El primer largometraje de Valdimar Jóhannsson –con el húngaro Béla Tarr como productor ejecutivo– ha sido calificado como una película de horror sobrenatural gracias a la presencia de la pequeña Ada en su centro, a quien sería sencillo unir a la larga tradición de bebés malditos/demoníacos/sobrenaturales y derivados que abundan en el cine de terror –como en El bebé de Rosemary (Rosemary’s Baby, 1968), La profecía (The Omen, 1976) o, un poco más reciente, Splice: experimento mortal (Splice, 2009)–.

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Sin embargo, las imágenes de Cordero evocan más desconcierto que miedo –no hay los gastadísimos jump scares, por ejemplo–, emoción que se potencia gracias a la geografía de la película: no sólo la granja aparenta estar en completo aislamiento del resto del mundo, tampoco anochece gracias a la cercanía de Islandia con el Polo Norte –sólo en la primera y breve escena, el paisaje es nocturno–, complicando nuestra percepción del tiempo durante el relato.

El desconcierto también lo experimenta el tercer personaje (humano) de la trama Pétur (Björn Hlynur Haraldsson), hermano de Ingvar, quien llega al lugar de manera intempestiva y se hace la pregunta que a todos nos cruzó por la mente: ¿por qué su hermano y su cuñada se comportan de manera tan normal si el bebé tiene cabeza de cordero?

La presencia de Pétur abonará al drama familiar que de manera sutil, sin grandes lances melodramáticos, Jóhannsson ha desarrollado a lo largo de la película. Su cámara nos exige poner atención a pequeños detalles para comprender a totalidad la extensa historia familiar que han vivido los protagonistas –un triángulo amoroso, la pérdida de uno o varios hijos– y sus razones para ver en la criatura que nace en su establo una oportunidad de dicha.

Cordero busca hablar de lo divino, no es casualidad que la criatura nazca en un establo y sea adoptada por una María. Ada es para este matrimonio una bendición inesperada, un regalo “divino” con la capacidad de sanar las heridas que cargan emocionalmente, pero su tránsito, en un lugar ajeno a su naturaleza mítica, es efímero y conlleva un precio que eventualmente debe ser saldado. Las fuerzas más allá de lo humano transitan por el mundo de los mortales sin inmutarse por nuestros deseos.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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