‘Chuck Norris vs. Communism’: La Guerra Fría fílmica

Eran los ochentas y la Guerra Fría se negaba a morir. Las naciones sometidas bajo dictaduras comunistas se encontraban ya inquietas. Ciudadanos viviendo con carencias extremas de alimento, una calidad de vida menguante y sistemas políticos opresivos. Rumania era quizás el régimen mas recalcitrante en cuanto a estas practicas se refiere. Su líder, Nicolae Ceausescu, había edificado todo un culto de personalidad a su alrededor. Una maquina de propaganda letal, que tenia estrictamente prohibido cualquier forma de entretenimiento foráneo, más aun si provenía del país de las barras y las estrellas. El odiado enemigo imperialista.

Con sólo un canal de televisión, emitiendo constantemente noticias aduladoras para el mismo régimen, la población estaba hambrienta de distracciones. Conocer lo que sucedía en el resto del planeta y, sobre todo, conocer el mundo del cine que Ceausescu se empeñaba en ocultarle a su pueblo. Hacia falta una luz al final de este túnel gris y amargo.

Teodor Zamfir, un hombre con la astucia y conexiones necesarias, emprendió una labor que sonaba más a plan suicida. Inició un contrabando de cintas VHS, para ser distribuidas entre la población rumana. Contando con la ayuda de Irina Nestor para doblar estas películas extranjeras, en un modesto estudio de grabación, éste era sin duda el movimiento más osado y transgresor contra el régimen en la época. Sin usar balas ni explosivos, sólo el poder del séptimo arte, de la expresión humana.

El cine que Zamfir y Nestor brindaron a los hogares de la nación europea no eran largometrajes de “arte”, no eran obras de Ozu, Tarkovsky o Godard. Lo que las pantallas de televisión emitían eran las cintas más estruendosamente comerciales de Hollywood. Producciones del estudio Cannon: Chuck Norris, Stallone, Van Damme y otros viriles iconos de acción se convirtieron en embajadores culturales ante los ojos de un público sediento de emociones.

El documental Chuck Norris vs Communism (2015) relata esta increíble historia, combinando recreaciones y entrevistas. Nos adentramos al pesadillesco ecosistema de la locura comunista. Sus habitantes recuerdan afectuosamente la voz de Irina, quien se encargó de doblar la mayor parte de las cintas que se distribuían clandestinamente. Se convirtió, sin planearlo, en la voz de una nación cansada de vivir bajo la bota. La vocera de las frustraciones y anhelos de miles que ansiaban una vida como la que veían en las películas prohibidas. Varios entendían rápidamente que su líder no deseaba que descubrieran que las naciones no comunistas, donde la libertad si existía, tenían un nivel de vida ampliamente superior. El régimen quería suprimir el deseo tan humano de expresarse libremente y de consumir cine de género, lleno de explosiones, combates y otros deleites que emocionan el corazón humano. Ver a diferentes personas recordar con añoranza y emoción las noches que descubrieron mundos fílmicos por medio de estas cintas, es en extremo contagioso.

La realizadora Ilinca Calugarenau nos lleva por medio de este sórdido relato con la sensibilidad adecuada. Sin caer en sentimentalismos baratos o trucos propios de algún reality show. Esta sí es una genuina carta de amor a la magia del cine, lejos del efectismo de la fallida The Wolfpack, que pretendía cubrir un tema similar, pero no podía evitar caer en varias trampas narrativas, anulando la complejidad de la historia de los hermanos Angulo.

Zamfir e Irina Nestor fueron los héroes anónimos que le dieron un respiro a una nación que necesitaba urgentemente algún rastro de esperanza. Se les puede considerar incluso pieza fundamental de lo que eventualmente seria el alzamiento civil que removería a Ceausescu del poder. Su aportación es inmensurable, y con este documental, podemos entender la importancia del arte en la vida diaria. Esas cosas que damos por sentadas en nuestras vidas. Sí, incluso un Bloodsport o un Dirty Dancing, películas que la critica de festival jamás consideraría remotamente importantes, tienen su lugar en la historia del cine. Insistir en negar esto es negar lo que hace al cine ser una forma de expresión tan diversa y llena de matices. Es negar esa magia misma de la que todos bebemos de un modo u otro.

Por Rubén Martínez Pintos (@SartanaDjango)