White Material: La redención forzada

Es fácil pensar que una persona desentendida de un régimen opresor es inocente; que el colono es diferente al conquistador, pues sólo está ocupando un espacio en una tierra ultrajada por sus soldados y su gobierno, pero no por él; sin embargo, es una postura demasiado cómoda y hasta cierto punto, ridícula.

Claire Denis expone la naturaleza de este absurdo razonamiento en su cinta de 2009, Materia blanca (White Material), en la cual, la formidable Isabelle Huppert interpreta a una inconsciente mujer llamada Maria Vial, cuyo complejo de inocencia la destruye, junto con su familia, en medio de una revuelta en un país africano.

Denis y su coguionista, la novelista Marie NDiaye, se niegan a revelarnos un contexto específico para resaltar la universalidad de la situación, al menos, dentro de la inestable situación política del continente africano; esta historia podría pasar en cualquiera de las tierras salvajemente destazadas por la profunda estupidez del blanco europeo en el continente negro.

La exposición de esta necedad es el tema central del filme, pues la directora nos revela cómo la terquedad y la ceguera mental de Maria provocan la descomposición de los demás miembros de su familia, particularmente su hijo, Manuel (Nicolas Duvauchelle), un joven mimado y débil, quien pierde la cabeza en una situación vergonzante y fácilmente evadible.

Por otro lado, vemos a Michel Subor y a Christopher Lambert como el ex suegro y ex esposo, respectivamente, cuya intolerancia en una tierra ajena los derriba en la más profunda de las caídas. Los rasgos comunes en esta particular familia son violaciones éticas que sobreviven a pesar de haber sido constantemente condenadas por las grandes voces de Occidente, como la de Joseph Conrad.

Es precisamente la toma de consciencia de Maria lo que detona la relación de estos hechos en flashbacks y el descubrimiento de la verdad: todo fue culpa de ellos. Si hubieran huido a tiempo o demostrado menos egoísmo; si Maria hubiera interpretado el encuentro con un helicóptero como la señal del caos y comprendido la enorme avalancha a punto de enterrarla a ella y a los suyos, quizás todo hubiera sido distinto.

Sin embargo, el espectacular montaje de Yann Dedet nos describe un destino fijado por un carácter errado; las opciones se reducen cuando la voluntad está sujeta a la necedad y la apatía. Quizás este elemento es lo único estable mientras el entorno se derrumba como un enorme cristal de cuyas astillas no hay cómo salvarse.

Esta perpetua sacudida, motivada por las bocas de los rifles en diálogo y el reconocimiento de la verdad, se ve reflejada en la ansiosa fotografía de Yves Cape, quien nos expresa no sólo el conflicto que rodea a Maria, sino el que la cimbra desde adentro.

White Material es un filme fabuloso que, desafortunadamente, limita a su audiencia por fijarse en la expresión de su tema como un concepto, más allá de la narrativa tradicional, aunque sin llegar a los excesos del avante garde. Sus personajes son comprensibles, pero antipáticos, lo cual requiere de una audiencia más tolerante para comprender los temas y unirse al reconocimiento de nuestros errores como especie.

Tal vez el arrepentimiento que nos propone Denis nos ayude a perdonarnos por aquello que nosotros mismos, con nuestros productos de marca y nuestra tendencia al desperdicio, hemos destruido, aunque, claro, se necesita querer hacerlo.

Por Alonso Díaz de la Vega

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