‘Suave Patria’: El ratón de campo va a la ciudad

Arturo (Adrián Uribe) y Óscar (Omar Chaparro) son dos actores que buscan sobrevivir en la Ciudad de México. Juntos forman el grupo teatral Suave Patria, que entre otras cosas -no es cierto, no hacen nada más- se dedica a subirse a los microbuses y fingir un asalto. Obvio, dicho montaje no es recibido con loas de parte del público.

Este par de actores al borde de la desnutrición y la indigencia reciben una proposición extraña después de presentar su acto en un fino restaurante. Un hombre de actitudes sombrías les pide secuestrar a su amigo, como parte de su celebración de cumpleaños, y les pagará una fuerte cantidad en dólares. Después de mucho discutirlo deciden aceptar sin prever las consecuencias del trato.

Suave Patria (2012) es la ópera prima de Francisco Javier Padilla, quien antes había dirigido el documental sobre los 40 años de El Tri: Resistencia, retrato de Alex Lora. En la película el director trata de plasmar la naturaleza del mexicano y, hasta cierto punto, el buen corazón de los paisanos que viajan del campo a la gran ciudad en busca de oportunidades. De ahí que las referencias a Perdidos en la noche (Midnight Cowboy, 1969) de John Schlesinger sean, al menos, coherentes.

Como muchas cintas que buscan definir lo mexicano y al mexicano, Suave Patria plantea a sus personajes principales como un dechado de ingenuidad y buenas intenciones. Hasta el amor platónico de Arturo por Roxana (Karla Souza) es mostrado como un sentimiento puro. Sus problemas se originan porque son otros los abusivos y gandallas -igual que los nuestros-, Arturo y Óscar vendrían a representar la pureza del pueblo mexicano.

Suave Patria es una comedia que brinca de género en género, pasa a ser una road movie y después una cinta de aventuras y regresa a la comedia o a su subgénero romántico. De ahí que la fortaleza de la cinta sean sus actores, el reparto lo componen, además de los protagonistas, Héctor Suárez, Héctor Jiménez, un sobreactuado Mario Iván Martínez, Juan Carlos Ruiz, Mario Zaragoza y Luis Felipe Tovar, que funge como narrador.

Suárez y Jiménez quizá sean los dos mejores personajes del guión, interpretan a un par de policías, uno veterano y tranza y el otro joven y torpe. El ser practicamente una caricatura y un cliché da a sus acciones ese tono de comedia blanca en que se mueve el filme y redondea dicha idea, aunque no caen en la lelez del rey del humorismo blanco.

Francisco Javier Padilla debuta con una cinta perfecta para verse un domingo en la tarde sin ninguna otra pretensión que pasar el rato, no es una joya maestra pero tampoco es Paradas continuas (2009).

Por Rafael Paz (@pazespa)