Papicha y la convicción feminista

El regreso del Talibán al gobierno de Afganistán tras veinte años de ausencia sembró miedo en la ciudadanía durante el 2021. La aplicación radical de la ley islámica derivó en la destrucción de derechos humanos, la pérdida de la libertad de expresión y restricciones a las mujeres que significaron reclusiones en el hogar a causa de la imposibilidad de salir sin la compañía de un varón y en el abandono de actividades profesionales y educativas.

Papicha: niña hermosa (Papicha, 2019) retrata la reminiscencia de las radicales interpretaciones islámicas que permean en Medio Oriente, en particular los límites sociales de las mujeres, tomando como inspiración los acontecimientos suscitados en la guerra civil en Argelia a principios de los noventa en el Siglo XX.

Nedjma (Lyna Khoudri) es una universitaria que disfruta de salir a hurtadillas por las noches con sus amigas para divertirse en discotecas. Además, aspira a convertirse en una exitosa diseñadora, vendiendo vestidos a jóvenes de la ciudad. No obstante, mientras planea un desfile de modas en su alma máter, su modo de vida y sus aspiraciones son puestas a prueba por la creciente ola de violencia y los cambios sociales promovidos por el sector radical islámico, negándose a las prohibiciones especificadas a las mujeres.

papicha001

La realizadora Mounia Meddour entrelaza en su ópera prima las libertades de juventud que tiene Nedjma con la creciente tensión social reflejada por las noticias locales y la violencia de género. Ejemplo de ello es Wassila (Shirine Boutella), amiga de Nedjma que cambia su comportamiento desenfadado hacia uno sumiso para agradar a un novio que odia las libertades femeninas. A su vez, el guión de Meddour y Fadette Drouard ahonda en soslayos de esperanza y rebeldía que adopta su protagonista en pos de no someterse a las imposiciones patriarcales de la también conocida “Década Negra”, vandalizando los afiches políticos que encuentra a su paso y confrontando a mujeres extremistas para defender su independencia.

Meddour se apoya en el retrato de la moda como medio para comunicar las emociones, con el despliegue de vestidos y telas de colores para recalcar el dolor y el feminismo, con las confecciones y colores como símbolos de esperanza para su resiliente protagonista, quien descubre también en compañeras como Samira (Amira Hilda Douaouda) las consecuencias ríspidas de la misoginia y el arreglo forzado de matrimonios. Así, el relato, de la chispa de bailes, música y romances fugaces, guía hacia una sobriedad oscura que refleja la imposición religiosa.

Papicha transita en el melodrama, la telenovela y la tragedia que, por instantes, no conectan lo suficiente con su thriller político. No obstante, a pesar de la irregularidad de tono en la trama y ligeros cabos sueltos en su desenlace, es un retrato enérgico que resalta la importancia de la lucha por los derechos humanos de la mujer, reflejando el comportamiento misógino que daña a la sociedad oriental y occidental.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)