Es difícil imaginarnos una vida totalmente silenciosa dentro de la dinámica actual de nuestra sociedad, decenas de voces chocan entre sí cuando vas por la calle, el ruido urbano en conjunto resuena en nuestros oídos en ritmos irregulares.
Parece algo normal y cotidiano hasta que te das cuenta de que hay una enorme población de personas sordomudas en el mundo, que manejan su propio lenguaje de señas diseñado para poder comunicarse e interactuar entre sí.
En ese sentido, surge una nueva propuesta fílmica Música ocular, del director José Antonio Cordero. El largometraje bien puede colocarse en el género de docuficción y cuenta el mundo onírico y tangible de un grupo de jóvenes sordomudos que vive en la costa de Oaxaca y que ha aprendido a creer en sus sueños a través del cine.
El hecho de que toda la película sea protagonizada por estos jóvenes y cien por ciento en lenguaje de señas mexicano, nos presenta un documento que busca la igualdad y entendimiento entre los individuos con una peculiar experiencia visual entre cada escena que combina aspectos estéticos del histórico cine mudo.
Se hace un enigmático recorrido por los sueños de cada uno de los integrantes, nos presenta sus anhelos, decepciones e incluso conflictos sociales y el tema de la homosexualidad de parte del personaje principal: Eric.
Si van a ver la película eviten ir cansados, pues tiene un ritmo y trama lentos que no funcionan mucho para mantener la atención del público; vayan con la idea de que es un filme experimental que busca incluir a un sector de la sociedad al que muchas veces se ignora o discrimina, sientan las imágenes en silencio.
Este filme para sordos y oyentes, se ha presentado en eventos organizados por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación de México y en el Festival de Cine de Morelia 2012. Actualmente está en varios cines comerciales, en la Cineteca Nacional y la Casa del Cine.
Por Ángela Mariana Ávalos/Yollox (@elvientosabe)
