‘Los sabores del palacio’: Una postal gastronómica

Hortense Laborie, una chef amante de las artes culinarias francesas, es la candidata elegida por el mismísimo Presidente francés para ser su chef personal. A pesar de salirse de su tranquila vida en el Périgord y llegar a la imponente cocina del Palacio del Elíseo, Hortense poco a poco se gana su lugar en la sede presidencial al satisfacer las papilas gustativas del mandatario. Las envidias, los celos y las trabas por parte de los misóginos jefes de cocina harán que Hortense pase tiempos difíciles en sus horas laborales, pero gracias a la calidad y sabor inigualable de sus platillos la chef podrá defender su trabajo, su dignidad y dejará en claro por qué es la preferida dentro del palacio.

El director francés Christian Vincent escribe y dirige Los sabores del palacio (Les saveurs du palais, 2012), película basada en la historia real de Danièle Mazet-Delpeuch quien fue la chef privada del ex presidente François Mitterrand. Vincent retrata de manera espectacular todo el proceso por el que pasa Hortense Laborie, interpretada sólidamente por Catherine Frot, durante la creación de sus recetas, desde la elección de los ingredientes hasta el platillo final.

La comida es un personaje más dentro de la película. El Presidente no es el único que queda cautivado con la comida de Hortense, la chef seduce también al espectador con esos platos humeantes y coloridos a los que les dedica cuerpo y alma en su preparación y que claramente generan un enorme placer en los paladares de los degustadores. Uno entiende por qué es causa de pleitos y envidias dentro de la cocina.

Lo malo es que la comida es lo único sobresaliente que tiene la película. La ejecución de historia es bastante sosa, fuera de los momentos culinarios no logra atrapar al espectador, tiene poca fuerza, es por mucho tiempo carente de emociones. Catherine Frot lo hace bien y carga con la película, pero las situaciones alrededor de ella no están a la altura de su trabajo. Su amistad con el Presidente, la relación con sus ayudantes de cocina, los malos tratos y corajes que pasa gracias a los jefes de cocina, su vida después de su experiencia en el palacio, simple y sencillamente no ayudan a levantar lo que pudo haber sido una gran película.

Al final la película el humor blanco y la sencillez de la película se disfrutan, sacan un par de risas. Es una película agradable que seguramente dejará con hambre a más de uno, lástima que no le pusieron el mismo empeño, tiempo y cariño que le ponía Hortense a sus platillos.

Por Luis Arredondo

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