Las buenas hierbas: Entre Macondo y La Rosa de Guadalupe

Después de un paso triunfal por el Festival de Cine de Guadalajara, donde cosecho diversos galardones (incluyendo Mejor Guíón y Mejor Largometraje de Ficción), Las Buenas hierbas llega a las salas de la Ciudad de México, las cuales se encontraban saturadas de testosterona con Los Indestructibles y Depredadores.
A diferencia de estas María Novaro, guionista y directora de la cinta, hace de las mujeres el eje central de Las Buenas Hierbas, la trama se desarrolla en torno a Dalía (una convincente Úrsula Pruneda) quien debe enfrentar la difícil enfermedad que ataca a su madre Lala (Ofelia Medina), el Alzheimer, y todo el deterioro que esto provoca no sólo en su progenitora sino en todos aquellos que la rodean.
Novaro es una directora mas sensible que eficaz, a pesar del buen trabajo de sus actrices principales, la cinta carece de un buen ritmo debido en parte a la proliferación de subtramas adyacentes a la historia principal, ejemplo de esto es que gasta la primera media hora de la película sin lograr un planteamiento claro sobre el conflicto que sufrirán las protagonistas de la historia.
Es el mismo problema que aqueja a la directora en su cinta más reconocida, Danzón (1991), a pesar de lograr sólidas actuaciones en los papeles principales pierde el control de la edición al insertar personajes que nunca logran un pleno desarrollo.
En Las buenas hierbas este problema se vuelve crónico. Ejemplo de esto es por Gabo (Gabino Rodríguez) “novio” en turno de Dalía, quien entra a la historia de manera accidental y, en apariencia, debido a la compasión que Dalía siente por el, pero después del primer encuentro sexual comienza a perder relevancia hasta desaparecer y nunca justificar su inserción en un guión plagado de personajes sin desarrollo y por lo tanto intrascendentes.
Pero a pesar de estos errores la historia central se sostiene gracias al trabajo de Úrsula Pruneda y Ofelia Medina, las cuales hubieran lucido más si el filme tuviera media hora menos de duración, si eliminamos las subtramas y nos quedamos con el núcleo obtendríamos una gran película, pero dudo que María Novaro me haga caso.
Otras dos fallas de la son la edición y la fotografía. La primera nunca ayuda a mejorar el ritmo, inclusive se siente algo forzada con la inserción de tomas de árboles y hierbas, ya que a pesar de que el nombre de la película es Las buenas hierbas estas nunca son el tema principal, por el contrario son un mero pretexto.
En cuanto a la fotografía de igual forma no es usada para construir el discurso de la película, el fotógrafo nunca imprime un estilo sólo se dedica a capturar escenas.
Estos aspectos provocan que la cinta se quede entre referencias al Macondo de Gabriel García Márquez (por eso de los letreritos) y un buen capitulo de la Rosa de Guadalupe (digo, esta editado de la misma manera). Las buenas hierbas es un claro ejemplo de uno de los males endémicos del cine nacional, se opta por la poética y la lírica en las imágenes a costa de la sencillez en la trama.
Por Rafael Paz
@pazespa

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