‘La violación’ y la debilidad masculina

El retrato del sexo en los medios de comunicación y en el ámbito cinematográfico crea matices de conversación, levantando en ocasiones polémica a causa de su exploración y las creencias construidas dentro de una sociedad. Desde El último tango en París  (The Last Tango in Paris, 1972), del recién fallecido Bernardo Bertolucci, hasta las representaciones del tema por parte de Gaspar Noé, la evolución en su retrato ha desmenuzado los límites del deseo, la provocación, el consentimiento sexual y la transgresión que determina la naturaleza de una relación, además de confrontar obstáculos representados por la censura y el conservadurismo.

Bajo el punto de vista femenino, La violación (Le Viol du routier, 2017) explora la apertura en el sexo y su práctica centralizada en el interés por someter al hombre por mera diversión. Tamara (Flore Abrahams) y Gabrielle (Clémence Laboureau) viajan por Francia de manera despreocupada, donde sus encuentros sexuales encuentran apelativos otorgados tanto por ellas mismas como por parte de las personas con quienes interactúan, reflejando las posturas conservadoras con respecto a su conducta.

La realizadora Juliette Chenais de Buscher recurre al humor negro que satiriza a la violación como una fantasía sórdida, estableciéndola como una retorcida forma de dominar al género masculino, utilizando también elementos documentalistas con los que pronuncia los pensamientos individuales de las muchachas con respecto a sus impresiones del sexo, entreviéndose también un confesionario donde expresan sus satisfacciones y descalificativos. El relato, desinhibido, también retoma la ironía del tema en el contexto religioso, la burla a prácticas adivinatorias como vaticinador de destinos y la contemplación del cuerpo masculino bajo un tono reflexivo que rememora al estilo introductorio de Hiroshima, mi amor (Hiroshima, Mon amour, 1959) en detalle, la representación de erotismo y el dominio de la fotografía en blanco y negro.

La variedad técnica alcanza profundidad en los personajes, que abarca también la pantalla dividida para captar la creciente confrontación de Tamara y Gabrielle con respecto al curso del road trip y las consideraciones personales sobre la posibilidad de encontrar una pareja, con simbolismos como espejos que enmarcan la exploración al cuerpo y canciones sobre la mala suerte en la vida. Sin embargo, el cruce de ensoñaciones, fantasías sexuales y los atisbes de realidad representadas son desconcertantes y en ocasiones confusos en la trama, agregando descolocadas observaciones sociales como la inmigración ilegal y el antisemitismo que poco tienen qué ver con la temática inicial.

Seleccionada para MICGénero 2018, La violación logra una perspectiva femme fatale que si bien es inconsistente, tiene osadía, se aproxima al pensamiento femenino y su derecho por ejercer una libertad sexual, saliendo de la convencionalidad en la que imperan los tabúes y el dominio del punto de vista masculino.   

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)