La infancia es uno de los momentos más importantes de un ser humano. No obstante, pueden suscitarse afecciones que impactan no solo en la autoestima y el desarrollo de un niño, sino también en su círculo familiar. El otro Tom (2021) explora una relación entre madre e hijo que es puesta a prueba tanto por las circunstancias económicas como por la rigidez de la burocracia.

Elena (Julia Chávez), madre soltera radicada en Estados Unidos, percibe cambios bruscos de conducta en su hijo Tom (Israel Rodríguez), quien es diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Ejerciendo precarios trabajos laborales que marcan una distancia emocional con el pequeño, la mujer realizará todo lo necesario para apoyar al pequeño ante un entorno insensible e intolerante.

Los realizadores Rodrigo Plá y Laura Santullo construyen un relato que coloca de forma sutil las tribulaciones de Elena por comprender a Tom, quien añora a un padre ausente y se le dificulta interactuar con sus compañeros de escuela, sus profesores y en las instancias públicas. La madre busca costear el tratamiento psiquiátrico de su hijo a través de la asistencia social, percatándose de la segregación social que él experimenta por tomar los motrotom002edicamentos.

Desde niños que molestan a Tom por su condición hasta maestras que muestran incomprensión ante el problema, la relación volátil de madre e hijo –con instancias de conciliación y rispidez– resiste instancias de frialdad por parte de las instituciones sociales. Plá y Santullo, sin recaer en los excesos del melodrama, exploran con delicadeza y sin arrebatos de violencia la discriminación, los vaivenes emocionales y el impacto de los sistemas burocráticos que no contemplan ni saben cómo integrar a jóvenes con TDAH en la sociedad.

Si bien el relato logra plasmar el drama de las consecuencias de los cambios conductuales de Tom a causa de los efectos secundarios del tratamiento médico, divaga en una temática que pretendía realizar una observación puntual hacia la rigidez de los sistemas educativos. Todo ello sin explorar lo suficiente los dilemas éticos institucionales ni la complejidad de las afecciones provocadas por el trastorno neurobiológico.

El otro Tom realiza una exploración sencilla y empática sobre los jóvenes con TDAH y su posibilidad de vivir con libertad. Además, presenta una narrativa sensible de una madre y un hijo que, a pesar de las dificultades socioeconómicas e institucionales, se reconcilia, acepta sus circunstancias y aprende a reforzar su vínculo familiar.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)