Berlinale 2021: Ras vkhedavt, rodesac cas vukurebt?, de Alexandre Koberidze

Una película como la de Alexandre Koberidze ostenta una fragilidad que amerita acercarse con cautela y cuidado. En muchas ocasiones hemos presenciado cómo los vitoreos y alabanzas hechas a productos de los festivales “grandes”, inevitablemente genera tantas expectativas como suspicacia y escepticismo. No sé si Ras vkhedavt, rodesac cas vukurebt? sea una película “grande” o parte de una “nueva ola georgiana”, cierto es que los adjetivos que la acompañan le asignan una serie de responsabilidades que, dudo, la película quiera asumir.

De hecho, desde su título –que podría traducirse como “¿qué vemos cuando observamos el cielo?”–, la película apunta a abstraer la ambivalencia existente en un acto tan simple como elevar los ojos al cielo. El movimiento es sencillo pero las implicaciones de hacerlo son vastas e inabarcables, porque la totalidad del cielo no cabe en los ojos. La película inicia con el encuentro casual entre Lisa, una doctora, y Giorgi, un futbolista, a las afueras de una escuela en Kutaisi, Georgia. Ambos, sin conocer sus nombres, concertan una cita. El ojo vigilante de una cámara de seguridad maldice a los amantes y al siguiente día su apariencia ha cambiado totalmente. Dicho momento podría ser equiparable a la forma en la que se encuentran formas fantásticas en las nubes: la imaginación da pie a la magia.

Lo que sigue es el trayecto para romper el hechizo y posibilitar que dos personas que se encontraron por casualidad puedan volver a hacerlo. La travesía está enmarcada por el Mundial de Rusia 2018, un evento capaz de conjurar tanta nobleza y magia como oscuros recovecos de poder y codicia. El deporte toma en el trabajo de Koberidze una dimensión similar a las explorada por el italiano Nanni Moretti (Palombella Rossa, 1989) y el iraní Abbas Kiarostami, incluso, ese balón que recorría muchos de los planos de 24 frames (2017), su última película, llega como un sutil y preciso pase al largometraje de Koberidze. Hermoso pase de Irán a Georgia para una jugada extraordinaria.

En términos futbolísticos, Ras vkhedavt, rodesac cas vukurebt? se emparenta con el estilo de juego de la superestrella argentina Lionel Messi, figura predominante en el relato que despierta la admiración de una gran cantidad de niños, quienes aparecen como de los perros que se reúnen para verlo, después de todo, como afirmó Hernán Casciari, Messi es un perro:

Los ojos de Messi siempre están concentrados en la pelota, no en el futbol.

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En el mismo texto, Casciari afirma que esa concentración en la pelota es la misma que comparte con el perro. Una vez que se enfoca en algo, entra en un trance que cierra el resto del mundo. Para Messi, el futbol se vuelve algo simple como en la película de Koberidze. Nada es más importante en la película que las personas y los objetos que la habitan, quizá por ello la belleza emitida en cada plano. Sin embargo, no estamos ante un esteticismo gratuito que busca hacer las imágenes deliberadamente “bellas”, sino simplemente en la observación fija y detenida. Pocas veces un balón de futbol había encontrado tanta gracia como en la película de Koberidze, anteriormente, mis ojos no habían hallado belleza en el objeto que el cineasta georgiano invita no a admirar, sino a ser enfocado como lo haría Messi.

La película toma la forma de un cuento interactivo. Cuando leemos nuestra atención se absorta más que por el texto, por la letra y, en este caso, el elegante alfabeto gerogiano, lleno de curvaturas que cobran una peculiar vida con la lectura. Muchas películas buscan emular la cualidad evocativa de la literatura sin recurrir a las imágenes, pero Koberidze busca que las imágenes no evoquen a otra cosa más que a sí mismas, una cualidad distintiva de la mejor literatura.

La intención de Koberidze no es hacer literatura, sino recuperar una tradición fílmica que convierte a los objetos y eventos registrados en asombrosos testimonios de lo cotidiano, aunque únicamente pueden pasar en Kutaisi. Como las manzanas de Cezanne, sólo existieron en el lugar donde fueron pintadas. La pintura expande la percepción de las manzanas en los cuadros de Cezanne, así los distintos elementos presentes en la película de Koberidze –la extraordinaria música, la lírica de su guión y la templanza de sus planos– aumentan la percepción del espacio retratado.

Un festival es la plataforma ideal para que una película como ésta llegue al público, al mismo tiempo no deja de percibirse cierto riesgo inherente a que su nobleza y fragilidad se vean afectadas por la responsabilidad que conlleva ser “grande”, “importante” o “la mejor película del año”. En Ras vkhedavt, rodesac cas vukurebt?, lo importante es lo que la cámara ve y no “el cine”, como para Messi lo importante no es el fútbol sino la pelota. La respuesta a la pregunta planteada por el título –“¿qué vemos cuando observamos el cielo?”– parece ser sólo eso: el cielo. ¿Qué puede ser más grande y con más posibilidades que eso?

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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