‘Azul Intangible’: Poesía desde las profundidades del océano

Es difícil que cualquier persona que aprecie o valore la naturaleza no quede rendida ante las imágenes que nos obsequia Erendira Valle en éste, su primer documental. Es innegable la labor en el ámbito  fotográfico, pues gracias a la destacada fotografía, este documental no es uno más del montón que transmiten en horas bajas algunos canales televisivos y se convierte en algo más especial.

Como se mencionó antes, las imágenes son tremendamente líricas y el documental logra sumergir al espectador en ese ambiente oceánico de modo que éste se sienta atrapado entre el agua salada de los mares y sienta la brisa de las playas. La música y el trabajo de sonido también son factor clave para que el público quede atrapado en dicho ecosistema.

Claro, evidentemente el que se haga uso de imágenes tan bellas (que aceptémoslo, es más mérito de la naturaleza que de la propia cineasta) provoca que caigamos rendidos ante ellas y que por momentos obviemos que se trata de un documental y no de una galería fotográfica.

La cinta tiene una narración de por medio, que si bien no deja de ser amena en todo momento, termina convirtiéndose en algo meramente anecdótico más que informativo. En parte está bien que todo se nos narre desde la perspectiva de Eréndira Valle, pero por momentos se extraña que la película cumpla más la labor del documental y brinde datos duros (que los hay, pero son más bien momentos escasos sustentados en la experiencia de la directora).

Recalcando que la narración no deja de ser amena y va llevando al público de la mano, no habría estado de más una narración que emanara la misma profundidad que las imágenes que se suceden una a una.

Por supuesto, hay imágenes que son bastante destacadas, ya que si bien los escenarios ya son bellos de por sí, es necesario el trabajo del director y fotógrafo para darle el carácter cinematográfico y eso está muy logrado en Azul Intangible. Hay secuencias que sin duda se nota fueron complicadas de grabar y además debieron haber hecho uso de extrema paciencia para captar el momento justo, pues es bien sabido que la naturaleza no sigue órdenes ni del mismo productor o director de escena. Pareciera que el océano pactó con los camarógrafos de Azul Intangible para obsequiarle tomas que difícilmente se encontrarán en documentales marca Discovery Channel (que además está el plus de que este documental fue filmado en las inigualables aguas mexicanas).

También está el inconveniente de que la directora alarga secuencias de manera innecesaria provocando que en más de un momento se alente la cinta, pero obtiene nuestro perdón cuando se saca de la manga imágenes igual de poderosas que los versos de cualquier poema. Así mismo, el trasfondo ecológico del documental está muy bien fundamentado dentro del discurso final del filme. A destacar los últimos 5 minutos, en los que la directora hace uso de su creatividad para demostrarnos la relación entre los océanos y las ciudades, empapando los edificios de la Ciudad de México con ese azul intangible de los mares.

Por Víctor López Velarde Santibáñez (@Victor_LoVSa)

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