‘Abril y el mundo extraordinario’: Ucronía steampunk

La creación imaginativa de una realidad usualmente juega con la manipulación de hechos históricos para ofrecer una perspectiva distinta sobre el desarrollo de la humanidad. Las posibilidades de la ucronía han ofrecido peculiares perspectivas opuestas a las que se conocen de la Historia, como la erradicación nazi a la usanza de Quentin Tarantino con Bastardos sin gloria (Inglourious Basterds, 2009) o las modificaciones políticas del expresidente estadounidense Richard Nixon atestiguadas por un grupo de superhéroes en Watchmen (2009).

La ciencia y las capacidades de su esplendor en la Revolución Industrial han sido también objeto de interés, como el retrato de un niño inventor en la japonesa Steamboy (2004). No obstante, la vertiente opuesta, aquella en la que el avance científico es casi nulo o ubicado en la clandestinidad por su calificación como amenaza es el aspecto principal en Abril y el mundo extraordinario (Avril et le Monde Truqué, 2015).

Los realizadores Christian Desmares y Franck Ekinci retoman dicho aspecto, recreando el escenario de un París alternativo, a principios de la década de los cuarenta, sumida en un retraso tecnológico y con desapariciones de grandes científicos, entre ellos los padres de Abril. La joven se verá obligada a resolver el misterio, acompañada del gato parlante Darwin.

El steampunk en el relato, evidente en un mundo calcado del Siglo XIX, la presencia de dos “Torres Eiffel” y con el vapor como el medio principal para impulsar los transportes, resalta el valor de la familia, las consecuencias de la codicia, la importancia de la ciencia como medio para evolucionar como especie y los colores básicos en grises y rojos que resaltan el sometimiento de la sociedad y la rebeldía de los pocos que buscan un cambio.

La estética es un híbrido del trazo de Las aventuras de Tintín, de Hergé, y una composición narrativa inspirada de la obra de Hayao Miyazaki, integrada por una protagonista femenina de fuerte temperamento, el mensaje antibélico, la importancia de la preservación del medio ambiente, el comic relief representado en el acompañante felino y la toma de decisiones como el determinante del destino colectivo. Sin embargo, los pormenores de la ciencia y los alcances que suele tener en la existencia humana quedan un poco desaprovechados en su correcta aventura fantástica por la poca representatividad de los representantes científicos que desfilan en la trama, en la irregularidad en el desarrollo y presencia de personajes secundarios y en la convencionalidad de su trama.

Sin pretensiones en su elegante y clásica animación francesa, Abril y el mundo extraordinario es una digna, honesta y cómoda epopeya en la que el progreso del hombre depende no únicamente de su ingenio en la invención y creación de artefactos que le faciliten su existencia, sino de contar con un interés auténtico por la humanidad.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)