Macabro | ‘Septic Man’: Anónimo heroísmo

Imaginen la siguiente escena: son un trabajador del sistema de desechos de la ciudad, en esencia, un plomero cualquiera. Hay una emergencia de salubridad y la ciudad es evacuada. Al mismo tiempo, un hombre misterioso se acerca a ustedes con una jugosa oferta monetaria y un trabajo de oficina a cambio de resolver el problema. De paso se convertirían en el héroe de todos. Aceptan, resuelven el caso y cuando están a punto de partir a la gloria sufren un accidente quedando atrapados en una cloaca sin oportunidad de salir.

Así es como arranca Septic Man (2013), la nueva película de Jesse Thomas Cook (Monster Brawl, también programada en Macabro), cuya propuesta recuerda por igual a las cintas de supervivencia estilo 127 horas (127 Hours, 2010) o La habitación del pánico (Panic Room, 2002) que a El vengador tóxico (The Toxic Avenger, 1984), la obra maestra de Lloyd Kaufman. Además de cargar con cierta influencia estética de trabajos como La frontera del miedo (Frontière(s), 2007) o Martirés (Martyrs, 2008) –curioso que el actor protagonista, Jason David Brown, sea también el encargado del Diseño de Producción. Lo interesante del asunto es cómo Cook toma sus influencias y las usa en favor de su relato para enriquecerlo; no se queda en el homenaje fácil.

De esta manera, Cook juega con su personaje. Su acto heroico nunca será reconocido por sus pares, como su trabajo diario pasa igualmente de largo. Además está condenado a estar separado de la sociedad. “Cuando coges con tu esposa, ¿no te dice que hueles a mierda?”, le espeta su inesperado y misterioso empleador. Es una noción que recuerda al cuento Esquirol (Strikebreaker), de Isaac Asimov, donde los habitantes de un asteroide se niegan a tener contacto con el hombre encargado de tratar sus residuos. A pesar de que éste nunca está en roce con ellos prefieren ignorar su existencia. A diferencia del incomprendido Toxic Avenger, nuestro Septic Man ni siquiera contará con el honor de una turba que quiera lincharlo por sus buenas acciones.

Por eso el director y Brown se encargan de recordarnos visualmente lo asqueroso de su mundo, con ronchas, llagas, pústulas, costras y otras linduras cubriendo de pies a cabeza la piel de nuestro héroe. Es en ese momento que el guión da un giro inesperado y convierte a una simple pieza de supervivencia en algo más perturbador, como bien apunta Dave Canfield en su reseña para Twitch Film, con esos cuerpos putrefactos en medio del agua y las apariciones de un par de rostros al tope de la fosa séptica.

Septic Man es una película que se siente en las entrañas, no apta para estómagos sensibles, que huele a vómito, mierda y orines, justo como esas partes que preferimos olvidar de la vida.

Por Rafael Paz (@pazespa)