FMDI |’Gabor’: La casa de la luz es la noche

Ahora que la noche será mi enorme casa
voy a llevar tus ojos oscuramente míos.
Con ellos, la luz será un recuerdo íntimo y sencillo.

Los ojosJorge Fernández Granados

Este año se lleva a cabo la octava edición del Festival de la Memoria. Documental Iberoamericano. Se trata de uno de los festivales con mayor tradición que se realiza en el estado de Morelos, ofreciendo una gran muestra de documentales de todo el continente latinoamericano y la península ibérica. En esta ocasión me invitaron a ver algunas de las películas que programan en su sección de Arte y pude escribir algo antes de que se presenten. Además fungiré como corresponsal de Butaca Ancha durante los días que el Festival de la Memoria se lleve a cabo (del 29 de octubre al 6 de noviembre de 2014).

Gabor, de Sebastián Alfie, cuenta una historia sencilla. De hecho, me gusta la sinopsis de su página oficial: “Sebas tiene que filmar un documental sobre la ceguera en el altiplano boliviano. Buscando equipos para rodarlo conoce a Gabor, un director de fotografía retirado que perdió la vista hace diez años. Sebas le propone que sea su colaborador y que rueden juntos en Bolivia. Pero si Gabor no puede ver, ¿cómo hará para poder filmar?” La historia por sí misma ya es entrañable. Pero nadie mejor que Gabor para explicar el valor de este documental a través de una cita aislada que encontré en una entrevista que le hicieron en Málaga: «¿Qué es verdad en el cine, lo que se ve o el significado de lo que se ve? Se cambia la luz y se cambia todo». La historia en otras manos pudo convertirse en una obra predecible, cliché, con falsa emotividad, algo condescendiente. Pero afortunadamente la historia cayó en manos de Sebastián Alfie, un director freelance argentino que radica en Barcelona, y el filme se convirtió en un compendio de profundas reflexiones que trascienden la propia historia de Gabor. Algunas de estas reflexiones atraviesan el mismo quehacer cinematográfico a través de un largo juego entre conceptos binarios: vista-ceguera, luz-oscuridad.

Uno de los aciertos del documental es el tono humorístico. El humor como recurso funciona de dos formas. La primera es que la película es muy entretenida y fluye de forma muy dinámica. La segunda función del humor es la de desmitificar la ceguera. Al menos desde su tratamiento en la narrativa. El mismo Gabor lo menciona en algún momento: “La ceguera no es un mérito, es algo que se tiene”. El documental aborda la ceguera sin sentimentalismos y más bien desde una perspectiva mucho más real y humana. La ceguera como una nueva casa. Una que no impide el acceso de la luz sino que la modifica, en un recuerdo o un sueño, una sensación de placer que es mucho más palpable en las sombras. Por si fuera poco, en la pantalla existe una química natural entre los dos protagonistas que discuten, comparten y aprenden el uno del otro a partir de la filmación y la convivencia en Bolivia. Finalmente, el valor de Gabor creo que reside en su poder metaficcional que en ningún momento cae en obviedades. “¿Se puede filmar sin ver?” es sin duda la pregunta eje del documental. A eso hay que sumarle la altitud de Bolivia y la tarea de filmar un documental sobre un programa para tratar la ceguera en el altiplano. Las capas del filme son muchas: el drama dentro del drama por un lado, pero también una reflexión profunda sobre el género documental y el tratamiento del tema humano a través del lente.

Gabor es fruto de la labor que desempeña el Pitching Forum del DocsBarcelona, y fue producida por Albert Solé. Su paso por los festivales inició en la Seminci de Valladolid, luego en el Festival Internacional de Mar del Plata. Obtuvo dos premios en el Festival de Málaga (Mejor Director y Premio del Público en la Sección Documental) y uno más en el Documenta Madrid 14 (Mejor Documental Español). Su estreno en México se da durante el Festival de la Memoria.

Davo Valdés de la Campa (@Davovaldes)