‘Yo vi al diablo’: Visiones vacías

Para evitar la agitada vida en una ciudad, Eveleigh (Isla Fisher) realiza una mudanza a una casa con un viñedo junto a su marido David (Anson Mount) después de sufrir un accidente. Tras descubrir que está embarazada, comenzará a detectar olores raros y escuchar ruidos sin motivo aparente y experimentará una serie de visiones que la llevarán a cuestionarse a sí misma.

En Yo vi al diablo (Visions, 2015) Kevin Greutert se aleja del elemento gore y de los baños de sangre para enfocarse, sin originalidad, en una mujer perturbada que atestigua las típicas anormalidades de una vivienda del campo que guarda oscuros secretos, desde los triviales sonidos que nadie más que ella escucha hasta los ataques físicos sufridos a causa de algo paranormal.

Si bien existe una cierta familiaridad con el argumento de Jezabel (Jessabelle, 2014), anterior filme del realizador, intenta recrear una tensión y un juego de adivinanza en torno a los motivos por los que Eveleigh atestigua situaciones que nadie ve, típicos del género que guiará a los sobresaltos conocidos de zozobra, aunque incapaces de sorprender. Incluido también están los  clásicos personajes que dudan de ella, desde el marido que trabaja en el viñedo hasta el fútil médico de cabecera que se limita a recomendar calmantes para las crisis (Jim Parsons), además de aquellos que no tienen repercusión alguna en el desarrollo de la historia, como la mejor amiga que sólo aconseja y escucha las desgracias ajenas (Eva Longoria).

Insertada en la típica fórmula, pero intentando dar un poco de frescura a los sucesos paranormales, la intuición atribuida a la maternidad es la encargada de mantener alerta a Eveleigh para instarla a salvar a su naciente familia y a realizar las investigaciones que busquen explicar los secretos de la predecible casa, pero nunca termina por encajar a causa de un inesperado giro en los últimos sucesos de la cadena de sustos, aproximándose más al thriller. Si bien es lo más destacado en el intento por alejarse de los clichés del terror, termina por volverse un tanto incoherente con el resto de las situaciones presentadas en la historia.

Ante lo trivial que resulta gran parte del filme y el acartonamiento de la dirección y en el desempeño del elenco, incluidos a una Eva Longoria intrascendente y a un Jim Parsons muy encasillado como el Sheldon de The Big Bang Theory, Yo vi al diablo se queda en el intento por ofrecer efectivos sustos, cayendo en los gastados clichés que ofrecen la mezcla de fantasmas, videncias y casas malditas.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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