‘Visitantes’: La loza del cliché

Ana (Kate del Castillo) parece tener la vida resuelta. Cuenta con un gran trabajo, la casa de sus sueños, además de un hijo, Sebastián (André Collin), y un marido, Daniel (Raúl Méndez), ambos maravillosos. Sin embargo, un día su esposo comienza a sufrir pesadillas y su carácter comienza a cambiar gradualmente, hasta que un accidente en la carretera lo deja en coma y al despertar parece ser otro hombre. ¿Quién es el que ahora duerme con ella?

En la ópera prima del mexicano Acán Coen lo que sobran son clichés. Es como si el cine de terror hecho en México, en especial el auspiciado por Televisa, no pudiera separarse del manual, aun cuando tiene más de un par de décadas haciéndose una y otra vez. Resulta difícil no reconocer todas las puertas de esa casa de diseñador rechinando con la fuerza de cien rayos, incluso las de las maquetas, o que la sirvienta de la casa alerte a la dueña de las extrañas cosas que suceden dentro de las cuatro paredes de su hogar aunque ya no sea posible hacer nada al respecto.

La repetición llega al grado de difuminar al cineasta. No hay un sello o imagen particulares que queden en la memoria porque todas las secuencias evocan a cinematografías de otras latitudes, en especial de la asiática pasada por los estudios norteamericanos. Las influencias que nutren el guión están ahí a la vista: desde la seminal Los inocentes (The Innocents, 1961), hasta trabajos más recientes como La noche del demonio (Insidious, 2010) o La maldición (The Grudge, 2004), aunque ninguna es asimilada, sólo repetida, como un disco de greatest hits del Metro para la cena de navidad..

Y al centro del tedio que inunda el guión está la falta de un tema central: ¿de qué trata Visitantes? No es que no haya tópicos; los hay, simplemente ninguno toma la pista central y terminan, como Los Tres Chiflados, atorados al querer pasar al mismo tiempo por la puerta. Por ejemplo, en un par de escenas se sugiere que la madre de Ana pasó por un episodio esquizofrénico que la hizo desconocer a su familia y podría ser hereditario. Suena interesante pero nunca se usa para darle profundidad a los personajes, o cuando se intenta es demasiado tarde.

Siguiendo el ejemplo del remake de Más negro que la noche (2014), uno de los bodrios indelebles del año, Visitantes es un viaje poco trascendente a la misma casa embrujada de siempre.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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