Una entrevista con Hermes Paralluello sobre ‘No todo es vigilia’

Esta semana llega a la cartelera nacional el filme No todo es vigilia (2014) del cineasta y documentalista Hermes Paralluello, trabajo que ya fue presentado en  México en la más reciente edición del FICUNAM. Tuvimos oportunidad de charlar con el director sobre el proceso de filmación, sus influencias afincadas en Pedro Costa y Werner Herzog, así como la vejez misma. Aquí la conversación:

Butaca Ancha (BA): Debo confesarte que cuando me enteré que hablaría contigo y empecé a indagar sobre tus influencias, llegué a Pedro Costa. Una de tantas ideas que repetidamente te preguntan sobre tu película es si es un documental o una ficción. Pedro Costa dice algo muy sensato: que no debería existir diferencia. Que el cineasta hace una síntesis de ambas y al hacer esa síntesis crea un mapa o una puerta, un camino para que uno como espectador vea a través de una película la realidad. ¿Cómo vives esas etiquetas que se le ponen a una película?

Hermes Paralluello (HP): Si me lo preguntan, siempre digo ficción. Una sí-ficción, porque documentar nunca lo he hecho. Tengo una inquietud por retratar algo y a través de ese retrato expresar algo para alimentar mi deseo de ficción, que me conmueva y estimule para reconstruir algo. Que sea un disparador. Para trabajar considero necesario ese deseo de ficción. Si me preguntan digo que hago películas de ficción, aunque nadie me lo crea. La terminología no es relevante, lo importante es usar las imágenes y los sonidos para expresar cosas, y enfrentar las limitaciones reales que tú te pones para trabajar la ficción. Supongo que las etiquetas las pone el crítico. Cuando uno trabaja no es tan buena idea definir el trabajo. Expreso el sentimiento y uso las herramientas que el cine tiene para hacerlo, no quiero decir a priori qué herramienta usar y cuál no…

BA: La materialidad con la que está hecho el cine involucra una perspectiva distinta de lo que son tus abuelos. Trato de pensar algo así como, ¿qué viste de tus abuelos que no habías visto de ellos como personas reales y que se hizo visible a través de la película? ¿Qué hace el cine con ellos, ya sea como personajes o como personas?

HP: El cine fue una manera de acercarme a ellos. Aunque tampoco pretendo que mis abuelos sean realmente mis abuelos. Son unos personajes que están construidos en parte de lo que son mis abuelos fuera de la película, pero al mismo tiempo, mis abuelos también son parte de los personajes, parte esencial de lo que son mis personajes.

El cine te permite explorar. Para mí hacer la película era la necesidad de retratarlos caminando juntos, necesitaba eso. Siento cosas cuando los veo caminar y sé que el cine es capaz de expresar algo de lo que siento, pero también algo distinto. No creo que el cine sea mi mirada sino que a través de la sensibilidad de una mirada mía, se muestran unas expectativas para llegar a algo, pero el cine hace algo distinto. Nunca es exactamente mi mirada, en realidad es un experimento. Pondré aquí la cámara y veamos qué pasa, el mundo lo veo así, me inquieta, pero qué pasará si la cámara lo registra. La respuesta a eso es nueva y diferente de lo que uno puede ver. Los personajes crecen de una manera que no lo puedes imaginar. No concebía el volumen que iban a adquirir los personajes. Sí puedo reconocerlos, al menos como parcialidades, pero no sabía la medida de qué cosas serían las que más construirían o las que menos… Es bastante misterioso el proceso de hacer una película…

BA: Antes dijiste que filmar con tu abuela era parecido a la relación que tuvo Kinski y Herzog, ¿cómo fue eso?

HP: Es que ella es incontenible e incontrolable. En la película mi abuela me hacía recordar a un personaje de mi película Yatasto, Ricardito, que es un personaje que no cede, la película misma no puede abarcarlo y con mi abuela también pasaba. A veces quería conducirla y ella se iba a un  lugar contrario. Y eso en el rodaje no da tanta gracia, te quieres matar y piensas que no va a salir bien. Luego te das cuenta que lo contrario de  tu idea original es mejor. Intento llevarme  la contraria cuando trabajo. Pienso “la mejor idea es esta”, pero en algún punto me doy el tiempo para dudar de mí y trabajar desde los contrarios para desplazarte a lugares que no tenías previstos y que pueden aportar algo importante.

BA: Decía Herzog que en Fitzcarraldo preparaba a los espectadores para que no supieran diferenciar entre sueño y realidad ante lo que veían. Hay un barco y todo está bien, pero en otro momento, la gente ya no sabe si lo que ve es real o no, si en verdad ve un grupo de hombres que intenta subir un barco por una colina. Pienso que No todo es vigilia también prepara al espectador para quitar los límites entre la vigilia y el sueño.

HP: Me interesa mucho que el estado de la película se permeara del sueño. Me encanta la capacidad del cine para que cualquiera de nuestros estados perceptivos estén a un mismo nivel y ninguno sea más importante. Además no hacer grandes cosas para marcar esa capacidad de mezcla, no intentar marcar una diferencia para que al final la realidad compleja que somos se exprese en diferentes estados perceptivos por andamos siempre.

BA: La pérdida de la memoria tiene que ver con la vejez y la muerte. Hay cosas que filmas que no están ahí, como todas esas historias que cuentan los personajes, filmas a manera de remembranza, evocas un pasado que podemos visualizar gracias a una foto, un andar, un gesto a la voz. ¿Qué pasa con las historias que cuentan los personajes?

HP: Sí me interesaba mucho ese tema, el  momento en que una historia deja de ser escuchada y dejará de compartirse. Una persona mayor puede tener una historia relevante para nosotros y eso desaparece si no la escuchamos. Paradójicamente, al hacer la película me fue imposible expresar eso, porque la película contiene la memoria y el relato, entonces salva ese temor por la pérdida de la memoria. Se podría decir que la película protege las historias y las registra.

BASé que la idea de la película nació del tiempo que pasaste con tu abuelo en un hospital,  cuando lo internaron, es decir, estaba enfermo, pero en la película percibí una vitalidad, casi podría decir que se ven jóvenes aun siendo viejos, ¿crees que el cine les dio cierta energía o voluntad? Porque hacer una película es cansado, implica mucha concentración. ¿Crees que el cine les dio fuerza? Como si les diera otro tipo de vida…

HP: Sí. Estoy de acuerdo con eso. Una de las grandes dudas antes de iniciar la filmación era eso, si ellos soportarían el ritmo de trabajo para aguantar el esfuerzo físico emocional que implica hacer una película, pero lo hice. Lo que vi es que realmente ellos encontraron energía en el hecho de hacer la película, eso me parece genial. De verdad, creo que hay gente que se cansa o se aburre cuando no tiene un sueño fuerte o un motivo fuerte de por qué hacer las cosas. Mi abuelo me decía “cuando termine la película ya me puedo morir”, no se quería morir antes de terminarla.

BAPedro Costa y Caballo dinero, ¿qué te parece la manera de percibir los espacios en ella? Lo pregunto porque hay un trabajo importante de los espacios en tu película y es una referencia importante para ella.

HP: La primera vez que la vi me pasó por encima, la he visto 5 o 6 veces. He tenido la suerte de encontrarla en varios festivales. Siempre que puedo la veo. Es tremenda. Toda una experiencia. Tiene una capacidad para concentrar un montón de cosas. Es una película muy condensada, llena de tensiones entre las imágenes y los sonidos, me parece muy misteriosa. El mundo que crea es… ahora tengo que escribir una nota sobre Pedro Costa para una revista de argentina y justo pensaba de qué manera sus últimas películas tratan de cómo la casa de los personajes ya no existe, no tienen un hogar, hay un cierto desarraigo y Costa les construye un hogar en lo cinematográfico. Él los arropa en lo cinematográfico; les crea su marco de expresión. Y esa es una manera de contar su historia, que no una manera menor. La historia de los oprimidos de personas que han sido lastimadas… Costa trata de contar la historia de estos personajes pero a través de una buena forma, de una buena letra, con mayúscula, dándoles el espacio que se merecen, y sobre todo le da un lugar a la memoria, conforma un poco la memoria de ellos a través de los espacios. Les da una extensión, otra forma de poner la memoria de ellos en lo cinematográfico.

BAEs una gran película. Y ya para terminar, ¿qué tipo de relación tienes con la literatura de Macedonio Fernández? El título viene de un libro de él: No toda es vigilia la de los ojos abiertos.

HP: Me parece que es uno de los escritores con el que me emociono más entendiendo su gramática. Entiendo misterios de la metafísica en su gramática. Ahí está el secreto, en la forma de usar el lenguaje. Él se implica mucho con sus palabras y cuando necesita expresar nuevas cosas crea un nuevo lenguaje gracias al juego que hace con las reglas gramaticales. Reconstruye las reglas que ya existen, eso me interesa mucho. Cuando empiezas a leer a Macedonio Fernández te confundes, a mí me pasó. Decía, ¡qué idioma es este! Cómo usa las palabras, los verbos, las mayúsculas, es algo que me sorprende mucho. Sin duda confunde pero al seguir sus líneas poco a poco entiendes la lógica de su expresión.

BAPedro Costa dice que los mejores documentalistas son los grandes cineastas como Chaplin, Grirffith, Ozu, y que la mayoría de los casos, una película es un documental de su propia filmación. Creo que por ahí va lo que hiciste en No todo es vigilia… tu película es muy Ozu, muy Costa, si hay gente que la toma como documental, para mí iría en esa dirección…

Sí, sin duda, me gusta más esa idea del documental.

 

BA: ¿Siempre hay que revisitar y ver las películas de Yasujirō Ozu?

HP: Sí, yo con Ozu conecto de una manera especial. Sus películas me hacen estar en una frecuencia de hogar. Puedo vivir a través de la idea de la casa en sus películas. El cine como un lugar habitable. Para mí es importante, en sus películas puedo vivir y descansar, estar a gusto; claro, existen tensiones pero la lógica del universo de sus películas y de la sensibilidad con la que muestra a los seres humanos es un sitio donde uno quiere vivir. Donde yo me siento como en casa.

Por Carlos Rgó

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