Un scream king mexicano: Pedrito Fernández

Las scream queens son aquellas actrices en el cine de horror y terror estadounidense conocidas por aparecer como las víctimas de las películas y proferir algún grito revienta tmpanos, algunas ocasionalmente se defienden. Es probable que las más reconocidas sean aquellas de los años 80 –Jamie Lee Curtis a la cabeza–, aunque han existido siempre –como la chillona Ann Darrow de King Kong–.

En cambio, el cine nacional no ha tenido figuras de ese peso. El cine mexicano de terror es escaso y, por lo general, son los machos quienes figuran al tope de los repartos. Siendo Santo, el enmascarado de plata el mejor ejemplo. Pero a finales de los 80 y principios de los 90 apareció en el firmamento de la cinematografía nacional un hombre que acaparó los reflectores del género, nuestro propio scream queenking: Pedrito Fernández.

Conocido por iniciar su carrera como el niño adorable de la melodramática La niña de la mochila azúl. Para el 89, José Martín Cuevas Cobos –o sea, Pedrito– era la estrella juvenil del momento y su carrera dentro del cine iba a la alza. No es extraño entonces que algún ejecutivo de Televicine pensara… “¿qué le gusta hoy día a los chavos? Las películas de terror, claro” y emparejar a una luminaria como Pedrito era el paso lógico.

De ese amasiato nacieron 4 películas en un periodo de tres años. Todas gozan de cierto culto hoy día, gracias a su pobre manufactura y el inintencionado sentido camp que las empapa. Es una lástima, la carrera de Pedrito en el cine de horror no siguió después de eso. Aunque durante tres años tuvimos rosas en la ventana.

Vacaciones de terror | Dir. René Cardona III | 1989

Nuestro estimado Pedrito se inició en el territorio del cine de terror de la mano del legendario –es un decir– René Cardona III, quien, curiosamente, también hacía su debut en el género como director. La historia es elemental: una bruja es quemada por los habitantes de un pequeño pueblo, como es de esperarse, ésta jura venganza. Muchos años después, una familia visita una casa cerca del lugar donde ardió la susodicha, la integrante más pequeña del clan encuentra en las inmediaciones del lugar una muñeca de aspecto extraño –poseída por la hechicera, claro– y las cosas inmediatamente se salen de control.

Aquí, el joven Fernández interpreta a Julio, el pretendiente de la hija mayor de la familia. Encantador y dicharachero –”…después de un buen taco y un buen tabaco, un agasajo…”– en todo momento, el cantante suple su limitado rango actoral con grandes dosis de carisma –junto a un mullet que Michael Bolton y André Agassi envidiarían– para convertirse en el muchacho chicho de la película gacha. El presupuesto se nota escaso, como toda película de terror en México, y René Cardona III hace todo lo que puede con los pesos a su disposición mezclando en la trama elementos de Chucky, el muñeco diabólico (Child’s Play, 1988), Muñecos infernales (1961) de Benito Alazraki, Poltergeist (1982) y en general del cine de horror americano de los años 80. Perfecto para el desempance después de un maratón de Hasta que el dinero nos separe (TV, 2012).

Es, hasta la fecha, el trabajo más logrado en el cine de terror para Pedrito Fernández. Y eso es mucho decir.

Pánico en la montaña | Dir. Pedro Galindo III | 1989

El miembro fundador del Sindicato Único de Buscadores de Tesoros, el profesor Beto (encarnado por el mismísimo Adalberto Martínez ‘Resortes, resortín de la resortera) emprende una expedición junto a su sobrino Pedro (Pedro Fernández) con el objetivo de buscar el legendario “tesoro de Teodoro” en una lúgubre mina Dos estrellas en Tlalpujahua, Michoacán. En el camino conocen a Rebeca (la niña de la mochila azul diez años después, María Rebeca Zepeda) y Pedrito queda “quemando aceite”, así que la muchacha termina por alcanzarlos en su destino para unirse a la búsqueda. Los incautos encuentran una daga antigua llena de piedras preciosas, pero al removerla de su sitio despiertan a un peligro espíritu (Jorge Reynoso, ni más ni menos) que amenaza con matarlos.

A diferencia de René Cardona III –limitado sí, pero tenía toda la intención de hacer una película de terror–, Pedro Galindo III nunca logra aterrizar lo que buscaba con su película, navegando entre la tensión clásica de una cinta de este tipo y las payasadas de Resortes. Cada que la angustia va en aumento, un chistorete o una frase del comediante esfuman el efecto, aderezado por un poco de humor slapstick, dando como resultado un capitulo de Scooby Doo con poco presupuesto. Quizá por eso, Pánico en la montaña no goce de la popularidad de Vacaciones de terror entre los amantes del cine de ínfimo presupuesto. Esta reunión del cast de La niña de la mochila azul nunca despega, como las nuevas versiones de Marimar.

Trampa infernal | Dir. Pedro Galindo III | 1990

¿Qué sale de combinar Rambo (First Blood, 1982), Charly Valentino, Halloween (1978), Toño Mauri y a Pedrito Fernández con una pistola de juguete y una pizca de slasher? Un año después de Pánico en la montaña, nuestro entrañable Pedrito y Pedro Galindo III hicieron equipo por segunda ocasión para contar la historia de 7 adolescentes que deciden viajar a la Marquesa para matar a un oso, a puñaladas de ser posible, sólo para encontrarse con un veterano de la Guerra de Vietnam (¡!) un poco desquiciado que los confunde con soldados enemigos.

Dejando de lado las alegorías políticas –si las hay–, Trampa infernal es el claro ejemplo de por qué las películas producidas por Televicine eran exitosas: un reparto atascado de actores populares, la mayoría provenientes de la televisión (Edith González, Marisol Santacruz, Toño Mauri, etc), y costos de producción bajos garantizaban ganancias en taquilla. Los sinsentidos y las sobreactuaciones de todos los involucrados le dan el toque kitsch de absurda confidencia a esta aventura en la que Pedrito Fernández quiso demostrar su crecimiento como actor, figura de acción, estrella juvenil… todas las anteriores o algo así.

Vacaciones de terror 2 | Dir. Pedro Galindo III | 1991

Dicen por ahí que las segundas partes nunca son mejores y Vacaciones de terror 2 vive para cumplir esa premisa. Las únicas conexiones entre la primera parte y la secuela son Pedrito Fernández –repitiendo su papel de Julio, aunque mulletless– y la demoníaca muñeca, inexplicablemente intacta. Como una estrella juvenil no es suficiente, Tatiana aparece como la chica en apuros. El recién fallecido Joaquín Cordero le da espaldarazo a los muchachos y es la cereza de este pastel.

En una secuencia digna de Gremlins (1984), la muñeca poseída come un poco de pastel –de Waldo´s, suponemos– y se transforma en una bruja escaldufa de apariencia similar a las hechiceras de Las brujas (The Witches, 1990), con cola de lagarto. Un extraño moribundo le encomienda a Julio acabar con la amenaza, por casualidad conoce a Mayra (Tatiana), cuya hermana es dueña del demoníaco juguetito, y es invitado a la fiesta de cumpleaños/día de brujas de la niña. Qué apropiado.

La restante hora y quince minutos de cinta verán a nuestros héroes luchar, perder, sangrar, asustarse de manera poco creíble y sobrevivir cientos de efectos especiales –en el peor sentido de la palabra– en su lucha contra el mal. De esta manera el gag suple al desarrollo de personajes, la primera parte tampoco gozaba de dicho privilegio pero no era tan descarado. La historia está ambientada en foro, pretexto perfecto para insertar esa estética barata de Sábadazo! meets Las lavanderas.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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