Tick Tick… Boom!, el amor por el arte

¿Perseguir un sueño? ¿Cuánto tiempo nos queda para hacer algo trascendental? Esas son dos preguntas que se hacen muchos seres humanos durante su vida.

Dramas motivacionales, guiones sobre alcanzar la máxima meta, personajes que buscan cumplir los sueños, son el tipo de películas que no logro disfrutar porque en su mayoría están escritas con el objetivo de sentir lástima por su protagonista. Todo lo malo y trágico les pasa, trucos fáciles para emocionar al espectador. Aunque tenía dudas previas, Tick Tick… Boom!, debut como director de Lin Manuel Miranda (Hamilton), consigue ser una biopic sencilla aún a pesar de sus arquetipos y clichés. Su música me ha movido completamente y es fácil empatizar con la locura de su protagonista.

El compositor Jonathan Larson sufrió una crisis existencial en la víspera de su trigésimo cumpleaños en 1990. Después de pasar años elaborando su primer musical, chocó con la pared de la creatividad, no podía continuar. Al año siguiente, hizo una crónica de su lucha en un monólogo de rock experimental titulado Tick Tick… Boom!, ahí expresó su anhelo de sacudir el mundo del teatro y producir el próximo gran musical antes de que fuera demasiado tarde.

Larson es maníaco, impulsivo, egocéntrico, depresivo, sensible, inspirador, enojón y decidido. Andrew Garfield toca con su interpretación todas estas notas y navega rápida y hábilmente entre ellas, agarra el papel con tal entusiasmo y extravagancia (como si estuviera bajo la influencia en cada escena) que es imposible no conectar con él, incluso cuando Larson comete error tras error. Es una actuación deslumbrante, reveladora en su primer musical: el hombre puede cantar, explora todas las melodías de rock duro y suave del musical original.

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El amor de Andrew se nota, su trabajo lo exprime y nadie en el reparto consigue hacerle sombra. Vannesa Hudgens canta muy lindo, como en High School Musical; Alexandra Shipp, quien interpreta a Susan, la novia de Larson, enfrenta su propia crisis artística y es un contraste melancólico de los excesos de Garfield; Robin de Jesús es Michael, amigo de Jonathan, lo enfrenta; y Bradley Whitford hace una pequeña aparición que le da encanto al reparto.

Lin Manuel Miranda, como Larson, es considerado uno de los mejores compositores teatrales. Rent, la obra más destacada de Larson, fue una de las grandes influencias de In the Heights, escrita por Miranda. Por ello Miranda aprovecha para dotar de referencias teatrales a los personajes, quienes discuten sobre el tema principal de Rent: el VIH. Miranda agrega cameos de actores de la obra original e invita miembros del reparto de Hamilton hasta saturar de actores cada plano.

Siguiendo la acelerada actuación de Garfield, la edición de Andrew Weisblum y Myron Kerstein (Mother!, Black Swan, Moonrise Kingdom) es super rápida y fluida, jugando con el monólogo de Larson y la historia que va contando. Flashback tras flashback se conectan dentro de un remolino de incidentes y alegres secuencias musicales. La narración es parte del deleite de la película y su edición está entre las mejores del año.

Sin ser una película que profundice con el existencialismo o complejiza los temas que aborda, es posible identificarse con la percepción del tiempo, lo poco que nos queda para brillar en la vida… Jonathan no pudo ver su éxito, falleció justo en la mañana del estreno de su obra Rent. Tiempo le faltó, un legado musical nos dejó.

Por Alex Guax (@Alex_Guax)

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