The House: un hogar de ladrillos, ratas y gatos

Todos nos hemos sentido aferrados a algo en nuestras vidas, puede ser una mascota, un objeto de valor, una persona o, quizás, una casa, un hogar. The House (2022), nueva producción de Netflix, se presenta como una antología animada en stop-motion inspirada por el anhelo, la avaricia y el apego, tres cortometrajes dirigidos por diferentes directores –Paloma Baeza, Niki Lindroth von Bahr, Emma De Swaef, y Marc James Roel–.

Cada capítulo cuenta una historia que gira en torno a una casa, los personajes buscan una especie de escape dentro de las cuatro paredes. En el primero, titulado And Heard Within. A Lie Is Spun, se narra la historia de una familia de bajos recursos en la época victoriana, la cual decide mudarse a una nueva y lujosa casa que les ha regalado un famoso pero misterioso arquitecto. Al principio, todo parece una maravilla, pero como toda película de horror, el sueño se convierte en una pesadilla. La casa se mantiene en remodelaciones, constantes cambios del arquitecto y, al mismo tiempo, la relación familiar se deconstruye.

Lo que antes era un hogar, a poco se convierte en un lugar de avaricia, donde lo tienen todo y a la vez nada. El amor entre padres e hijos se pierde cuando aparece la nueva ropa, las brillantes habitaciones y la comodidad que les ofrece la casa. El amor familiar se corrompe con lo material, el dinero y los lujos que regala la casa.

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La historia es narrada desde la perspectiva de una niña (Mia Goth, con un espectacular trabajo de voz) viendo cómo sus padres se pierden en la ambiciosa construcción de la casa y descuidan a sus hijos, quienes buscan escapar de las manos del arquitecto.

Emma De Swaef y Marc James Roel crean un interesante juego de sombras aprovechando los escenarios. Las tomas fijas y el ritmo lento permiten que las escenas se instalen en la mente de la audiencia, recuerda mucho a películas como El Resplandor o, más reciente, Hereditary, donde la casa se vuelve en un personaje más dentro de la narrativa. Hay delicadeza en las texturas de los personajes (compuestos de hilos y algodón) y su entorno, se siente real. La atmósfera es escalofriante.

Las influencias góticas abarcan desde la pavorosa banda sonora hasta el peligro que acecha las habitaciones y pasillos de la casa en constante reconstrucción. El diseño sonoro se construye con los ruidos y crujidos que resuenan en las paredes y escaleras, nos invade una sensación de temor que nunca cesa.

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Then Lost Is Truth That Can’t Be Won, de Niki Lindroth von Bahr, es una mezcla de humor negro con terror en un mundo de ratones humanoides. En este segundo capítulo, un roedor (Jarvis Cocker) quiere vender su casa (similar a la de la anterior historia) para comprar el barco de sus sueños, antes debe lidiar con una plaga y unos compradores potenciales que no quieren abandonar la casa. Como en el anterior capítulo, la maldición está disfrazada de regalo, todo parece dulce y tierno hasta que por detrás de las paredes se asoma la maldad.
De los tres, este parece influenciado por el trabajo de Wes Anderson en Fantastic Mr Fox (2009), sólo más retorcido, dentro de un mundo parecido al de Coraline (2009), de Henry Sellick. La paleta de colores está más iluminada, tiene una iluminación y colores más brillantes. Las superficies blancas relucientes permiten que los espectadores sientan un disgusto absoluto cuando las hordas de insectos contaminan las superficies pulidas.

Lo más destacado de esta historia es una secuencia musical de insectos que viven en las paredes de la casa, el protagonista queda atrapado en la desesperación, la ansiedad y la falsa confianza, que eventualmente se convierten en pura frustración.

En el futuro de Listen Again and Seek The Sun, la misma casa de las otras historias ahora flota sobre un inmenso océano, rodeada de una espesa niebla. Una gata llamada Rosa (Susan Wokoma) quiere renovarla, pero sus inquilinos Jen y Elias (Helena Bonham Carter y Will Sharpe) solo pagan en trueque: pescados que él atrapa y “cristales mágicos” que ella consulta. La llegada de un gato hippie (Paul Kaye), amigo de Jen, podría ser el cambio que tanto buscaba Rosa. O quizá no.

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De los tres cortometrajes –mi favorito– es el menos “aterrador”, pero resuena y deja una emoción indescriptible, además es más esperanzador que los otros dos gracias a su final “alegre”. Podemos empatizar con el personaje porque la detiene no una plaga o unos padres codiciosos, sino las relaciones y dejar ir las cosas.

En Rosa, hay un interesante estudio de personaje, de los tres protagonistas es la más desarrollada en cuanto a sus intenciones, problemas y emociones. Lidiando con la soledad, la pérdida y el amor. Ella se niega a abandonar sus planes mientras sus amigos deciden partir, ella se atora en el pasado. Ilustra su doloroso proceso de desarraigo y cómo aún puede mantener su identidad y prepararse para el futuro.

The House habla sobre el amor de nuestra sociedad por el materialismo y el hábito de imbuir nuestras pertenencias con emociones y recuerdos, aun así deja espacio para la interpretación, similar a lo que hicieron en Love, Death & Robots (2019) o Over the Garden Wall (2014). La nueva antología de Netflix es una buena aportación al género de horror, una obra que no busca explicar todo lo que sucede dentro de ella sino que invita al espectador a buscar sus propias respuestas.

Quizás nuestro aferre a lo material haya crecido en estos años de pandemia, donde la mayor parte del tiempo hemos estado encerrados en nuestro hogar, dentro de un apartamento o una casa.

Por Alex Guax (@Alex_Guax)