‘The Host’: “Un animal que mata a un humano debe ser destrozado”

Es fácil entender porqué El Huésped (The Host, Bong Joon-ho, 2006) es considerada por Quentin Tarantino como una de sus películas favoritas de los últimos 20 años. El tercer largometraje de Bong Joon-ho nos muestra a su monstruo, una mutación de un pescado, cuando el reloj no marca más de 15 minutos. Es uno de esos filmes que van directo al grano, que no pierden el tiempo y rápidamente nos regala una secuencia cinematográfica difícil de olvidar: la llegada del monstruo a tierra firme, la cual se ve acompañada de un ritmo musical que armoniza con la forma de desplazarse del monstruo, mientras nos damos cuenta de que no habrá misericordia y sí horror puro para los humanos (aunque no se destruyen edificios). Imagino a un Tarantino no emocionado, sino extasiado con esta icónica escena y obviamente no es para menos.

El Huésped encuentra su trama a partir de algo tan simple y clásico como la negligencia humana –un doctor (americano, obviamente) le ordena a su ayudante coreano que tire decenas de botellas con contenido tóxico por el drenaje, lo que significa que la toxicidad llegará al río Han de Corea del Sur–. Un coreano suicidándose en dicho río, no sin antes darse cuenta de lo que está por salir a causar estragos (mientras otros lo ignoran), es el tipo de simbolismo que sólo se puede encontrar en el cine asiático… ¿dónde más se encuentra una escena así antes de los créditos iniciales?

Los personajes centrales son una familia, la del poco hábil y chusco Park Gang-Doo (interpretado por “el señor venganza” Kang-ho Song), quien con su cabello teñido de rubio trabaja en una tienda y le roba las patas a los calamares fritos de sus clientes. Se nos presenta a su padre, quien también labora en el negocio, su pequeña hija Hyun-seo y sus hermanos (un alcohólico y una arquera olímpica).

Poco a poco se construye un drama familiar bastante efectivo; las escenas de acción con el monstruo pasan a segundo plano (quedándose ahí durante casi todo el filme), y es que el pez mutante prácticamente destruye a esta familia durante su primera aparición; no la destruye literalmente pero sí les quita a su miembro más amado, la hija de Park Gang-Doo. Con deseos de venganza (“un animal que mata a un humano debe ser destrozado”, dice el abuelo) pero sobre todo de ver a salvo a Hyun-seo, la familia se une con una misión clara.

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El tono de la cinta pasa de lo oscuro a lo absurdo  todo el tiempo. Esto no resultará del agrado de todos, ya que los coreanos pasan de escenas dramáticas “exageradas” (se tiran al piso a llorar) al gran momento de heroísmo que se ve truncado de alguna u otra manera (absurdamente divertida, claro está). Me parece una mezcla exitosa, natural (no como en Iron Man 3, donde ya cansa), algunas veces hilarante pero en todo momento fiel a sí misma. Con esto quiero decir que si un personaje es un poco tonto e inhábil, no pasará a ser el gran superhéroe de la nada. Todo esto funciona también como una propuesta que va contra los típicos blockbusters, que se burla de ellos, de sus soluciones fáciles y sin sentido.

La otra parte importante de la trama nos dice que el monstruo trae consigo un virus mortal, por lo que el protagonista Park Gang-Doo, a quien batió de sangre el mutante, se convierte en un peligro y el gobierno va tras él. Con el gobierno involucrado se llega al lado más oscuro del filme, aquel que nos remite al clásico Brazil (Terry Gilliam, 1985), obviamente la versión del director. Todo sigue el mismo camino de la negligencia humana, o mejor dicho la estupidez, que llega a ser de terror.

El monstruo nació y se convirtió en una amenaza mayor a la que realmente era gracias a esta ineptitud. Es un extraño caso donde no hay mucho movimiento por parte de la criatura: el río y las alcantarillas son su hogar y nada más. De alguna forma te quedas esperando algo detrás de este pez gigante. Por momentos muestra algunos hábitos que nos hacen pensar que hay algo más, pero pronto recordamos que no existe misterio alguno sobre su origen y que esto no es Super 8 (J.J. Abrams, 2011). El Huésped abre y cierra intensamente con su monstruo (gran CGI cabe añadir); en lo demás encontramos una cinta bastante humana (en el mejor de los sentidos), con detalles destacados sobre la paternidad y hermandad (los niños huérfanos que roban comida, pero no dinero, para su sobrevivencia), además de todo lo divertido y dramático que ya se mencionó.

Por Eric Ortiz (@ElMachoBionico)

 

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