‘Tanta agua’: Ahogo de realidad

Sucede con frecuencia, la mayoría de las veces los detalles nimios de la cotidianeidad son  ignorados o vistos por encima, pero llega el momento en que toda la infinitesimal existencia se junta para formar un auténtico alud, de la misma forma que pequeñísimas gotas de agua forman torrenciales tormentas de destructiva fuerza. En el filme Tanta agua esta lluvia caudal no tiene elementos grandilocuentes, no da pie a momentos de falso heroísmo, sino que simplemente nos lleva a confrontarnos con el patetismo de sus personajes al forzarlos a interactuar y cerrar enormes brechas de comunicación.

Esta coproducción holandesa-mexicana-uruguaya toma un episodio en la vida de Alberto (fabuloso Joaquín Castiglioni), un hombre que ha perdido la custodia de sus hijos pero que se encuentra determinado a evitar la erosión de su relación con sus hijos Lucía (Malú Chouza) y Federico (Néstor Guzzini). El plan es ir a vacacionar a un parque de recreo pero la incesante lluvia les impide tomar el curso veraniego normal. La lluvia es el elemento narrativo de cualidades místicas que dirige el destino de los personajes, tan reales que su desesperación e incomodidad ante las guasadas del padre (todos hemos estado ahí, ya sea con los chistes reciclados o actitud “buena onda”) es palpable e incómodamente reconocible.

La complejidad de una cinta como Tanta agua radica en la atención al detalle de la dupla femenil en la dirección de Leticia Jorge y Ana Guevara. El estilo es fácilmente reconocible e identificable dentro de los paradigmas del cine que se ha venido haciendo durante los últimos 10 años en Uruguay (Whisky o Acné por ejemplo). Existe todo un fresco naturalista levantado alrededor de estas historias, no es un drama social de dimensiones trágicas, esta es la vida misma desglosándose ante nuestros ojos, los diminutos obstáculos y episodios de dura realidad, sin los juegos narrativo-perceptuales de Hong Sang Soo o los refinados diálogos de Eric Rohmer. El uso de los recursos cinematográficos responde a una necesidad orgánica, hay alteración en el uso de estos recursos de acuerdo a la necesidad de cada personaje.

Tanta agua es una película que nos sumerge en su tónica realista, nos recuerda los días de verano en los que la única preocupación es qué viene a continuación, en las que el ocio es un terrible enemigo y en la lacerante adolescencia que por momentos nos lleva a ver a nuestros padres como seres extraños, distantes e incluso execrables por su excesiva necesidad de comunicación y aferramiento a días pasados de pueril dependencia. Una elaborada maqueta que representa la realidad cotidiana, pero su curso normal es deshecho por un lluvioso torrente, que una vez que ha secado, nos permite el placer de reconstruir nuestras miniaturas y de encontrar para ellas nuevas dinámicas.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)
Ésta es una reedición de nuestra cobertura del 33 Foro Internacional de la Cineteca Nacional.

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