Tan lista que pareces y luego te sale lo mujer

En 2008 la adaptación cinematográfica de la primera novela de Ángeles Mastretta se convirtió en la película más cara del cine mexicano. Con 6.5 millones de dólares, Arráncame la vida rompió un récord de producción y se inscribió en la historia; sin embargo, por más que haya costado este esfuerzo, no será recordada en el futuro por otra cosa.

Roberto Sneider trajo a la pantalla la historia sobre las semillas de la política mexicana, a través de los ojos de la esposa de un importante general. La joven Catalina (Ana Claudia Talancón) se casa con Andrés Ascencio (Daniel Giménez Cacho) y desde ese momento su vida toma un giro completamente distinto. Inmersa en el sucio mundo de la política, pronto olvida la inocencia y trata de mantener su independencia y su frescura, mientras tiene que aguantar la carrera turbia de su marido. A la ecuación se le suma Carlos (José María de Tavira), un joven director de orquesta que representa todo lo opuesto al general y todo lo que Catalina ama.  Con todo esto, ella irá aprendiendo diferentes lecciones de la vida, que finalmente la llevarán a donde soñaba llegar cuando era niña.

La película nos muestra la evolución de este personaje, al igual que la transición de dos sistemas políticos mexicanos, de manera entretenida y divertida, que además, conserva el estilo y el espíritu feminista de Mastretta (quien colaboró en el desarrollo del guión). Sin embargo, por más que se tomen en cuenta todos sus méritos, formalistas y narrativos –que no son pocos–, la obra no pasa de ser un melodrama y como tal, ligero y (lamentablemente) pasajero.

No hay nada de malo en un melodrama, especialmente en uno tan bien hecho como el logrado en la cinta, pero sí es triste que no pase a algo más puesto que el visible esfuerzo que implicó la realización de ésta pudieron haber dado más frutos. De cualquier  manera, si la película pretendía simplemente entretener, es más que exitosa y no poco merecedora de halagos.

Situada en los años 30, la película retrata fielmente el México de la época post revolucionaria. Para esto, Sneider y su diseñador de producción, Salvador Parra, invirtieron cantidades descomunales de tiempo y recursos que verdaderamente recrean de forma espectacular y verosímil las locaciones tanto interiores como exteriores (que incluyen el Zócalo y el Palacio de Bellas Artes, decisión que no es poca cosa). Sumado a esto, la espléndida fotografía de Javier Aguirresarobe encuadra con sutil belleza los paisajes y los lujosos sets en los que toma lugar la historia. Visualmente el filme es sorprendente.

Otro aspecto positivo y que ayuda mucho al flujo y a la desenvoltura de la narración, es el divertido lenguaje que mantiene siempre el guión: cínico, humorístico, realista y sobretodo muy mexicano. Por supuesto es imposible pasar por alto la magnífica actuación de Giménez Cacho, ( y en general de la mayoría del reparto) que  trae a la vida con verdadero talento las ya de por sí memorables líneas de los personajes de Mastretta.

A primera vista, los múltiples méritos de Arráncame la vida parecieran inclinar la balanza hacia el éxito y seducirnos; sin embargo la sensación es pasajera y es más bien el tiempo quien acaba pesando más, llevando la balanza hacia el otro lado. La simplicidad de la historia, aunque al principio parece perfecta, ante una mirada más atenta queda corta y deja a la poderosa producción en una posición que peca de superficial (y sólo de eso).

Por M. Rodríguez Alcocer (@RennoirAlcocer)

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