Sundance: Promising Young Woman y el derecho a estar encabronada

Debe ser muy difícil ser hombre en el mundo de hoy. Debe ser complicadísimo navegar las fiestas en tiempos donde las mujeres ya nos enteramos de que no es normal despertar al lado de alguien sin recordar lo que pasó la noche anterior, donde sabemos que no le debemos ni un mísero beso a un tipo que nos invitó unas chelas, donde se habla tan extensamente de las condiciones para el consentimiento. Ser un buen tipo cada vez exige más trabajo y compromiso, debe ser dificilísimo mantener el ritmo. La tragedia nos ha alcanzado: estamos presenciando la terrible muerte del romance.

Ver Promising Young Woman (2020) en una función abarrotada durante Sundance me causó una sensación muy estremecedora que rebasó la ficción. Cassie es una vengadora encubierta digna de estos tiempos: de día trabaja en un café y de noche se dedica a tender trampas para los depredadores disfrazados de buenos tipos que abundan en todos lados. Durante la primera secuencia, cuando aún no nos hemos enterado de la estrategia justiciera de Cassie, presenciamos una rutina asquerosa que desafortunadamente muchas mujeres conocemos bien: ella está tan borracha que no puede mantenerse en pie, un buen tipo le ofrece ayuda, terminan en su departamento, la besa a pesar de que está claramente imposibilitada para interactuar o decidir, la lleva a su habitación… Todavía me provoca náuseas recordar las risas del público mientras esto sucedía. Las risas fueron interrumpidas por la revelación de las verdaderas intenciones de la protagonista, desenmascarando no sólo la hipocresía del hombre en cuestión, sino también la complicidad de un público que, sin prever el giro de tuerca, había normalizado completamente lo que estaba sucediendo al grado de encontrarlo chistosísimo.

Durante el resto de la cinta, acompañamos Cassie en sus andanzas mientras descubrimos el trauma con el que está lidiando, un trauma que la ha convertido en una especie de fantasma atrapado en el tiempo. Para este punto, una vez definido el rumbo de la historia, el público pareció haber comprendido de qué lado debía colocarse, cambiando completamente su manera de reaccionar en situaciones parecidas a la del inicio. Esto es sintomático: por más que en estos tiempos se ondee la bandera de la representación y la igualdad de género, existe una podredumbre en la percepción de la que todavía costará mucho trabajo deshacerse.

La vendetta de la protagonista alcanza rincones muy oscuros e incómodos, derrumbando cualquier límite impuesto en una sociedad que apoya el reclamo por justicia siempre y cuando no gritemos muy fuerte, mientras no nos veamos demasiado enojadas. Cassie decide desechar el manual de la buena víctima y reclama el derecho a cobrar venganza, con todas las consecuencias que esto puede traer para ella. Ignora las expectativas de una sociedad que recompensa la resignación y el olvido, reivindica la rabia y la justa repartición de culpas. Desde mi propia rabia, encuentro liberador y reconfortante presenciar un relato que no pretenda apaciguarla.

En tiempos donde el poder femenino se ha convertido en estrategia de mercado, la manera en que éste es representado está, evidentemente, sujeta a lo amable que se puede ver frente a los ojos de un público/consumidor. Se vale rebelarse mientras la rebelión siga siendo fotogénica; se vale alzar la voz, pero sólo lo necesario para crear un nivel de conciencia en una sociedad que ha descubierto lo redituable que es haber “despertado”. Promising Young Woman toma todas estas herramientas del mercado y las lleva más allá sin dar tregua: reivindica el derecho que tenemos a estar encabronadísimas y a derrumbarlo todo. Queridos compañeros de butaca que aplaudieron y salieron estremecidos: a mí no se me olvida que se rieron.

Por Ana Laura Pérez (@ay_ana_laura)

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