Nombrar las cosas es una forma de asirlas y acomodarlas. Lo que se nombra adquiere una dimensión simbólica, es definido y delimitado. Nombrar otorga poder sobre lo nombrado: es por ello que aquello que nos rebasa, que nos aterra, frente a lo que nos sentimos impotentes, a veces parece innombrable: lo rondamos, nos movemos alrededor con cuidado o, simplemente, volteamos hacia otro lado.
El título de L’Événement (2021), cinta de Audrey Diwan, remite a este peso de lo no dicho, de la omisión implacable y deliberada. Es una película sobre el aborto donde la palabra aborto no es pronunciada. Es 1963 y Anne (Anamaria Vartolomei), estudiante universitaria, descubre que está embarazada. La noticia llega como una sentencia aplastante frente a la que decide rebelarse. Para ella es claro: continuar con el embarazo equivaldría a clausurar todos sus planes y objetivos, algo a lo que se rehúsa terminantemente.
En un entorno donde abortar o ser cómplice de un aborto ameritaba la cárcel –como sigue siendo en muchos lados actualmente–, la búsqueda de soluciones se torna laberíntica, oscura y solitaria. Sus amigas huyen despavoridas en cuanto Anne sugiere la posibilidad y los doctores con quienes acude se niegan a discutirlo o le ofrecen opciones engañosas. Muy probablemente a raíz de este mismo miedo, ella misma prefiere callar y no involucrar a sus padres. Mientras las semanas avanzan y con ellas su embarazo, la necesidad de la protagonista se convierte en urgencia, obligándola a intentar alternativas cada vez más peligrosas y desesperadas. Un embarazo no deseado es una bomba de tiempo silenciosa.
Conforme el relato transcurre, se acentúa el abismo entre Anne y el mundo que la rodea. A través de múltiples tomas cercanas, vemos un rostro que se va endureciendo, el retrato de una mujer exhausta y acorralada que ha comprobado estar completamente sola. Sin necesidad de recursos melodramáticos ni grandes aspavientos, la travesía de Anne se convierte en un reclamo por libertad y supervivencia: en un grito ensordecido por un sistema y una sociedad que anulan y oprimen.
Hoy, para la mayoría de las mujeres en el mundo, el asunto no es tan distinto. Terminar un embarazo no deseado sigue implicando buscar información en donde se pueda, recurrir a clínicas clandestinas, tomar pastillas en un baño rogando por que no haya mayores complicaciones. Implica, también, esconderse y esquivar marcos legales que, a pesar de avances esporádicos alrededor del mundo, siguen obstaculizando el derecho a decidir. Aun a la luz del feminismo, la libertad sexual y los pañuelos verdes, para muchas abortar sigue siendo un calvario que no se alcanza a nombrar.
Por Ana Laura Pérez (@ay_ana_laura)
