‘Sopladora de hojas’ y el aliento de la búsqueda

La propuesta es en realidad sencilla: 3 amigos regresan de jugar futbol a casa, pasan un momento de ligereza juvenil y uno de ellos pierde las llaves del coche de su novia en un montón de hojas secas. Una lluvia de ideas inicia y la única solución posible parece ser encontrar una sopladora de hojas para hallar el llavero perdido. La búsqueda arranca en un día como cualquier otro.

El primer largometraje de Alejandro Iglesias Mendizábal (cortometraje Contrafábula de una niña disecada) sobre la adolescencia y ese invisible paso a la maduración, el proceso quizá sea largo pero se crece de golpe. Sopladora de hojas (2015) es un relato sobre la amistad, donde tres adolescentes logran darle un poco de sentido a su vida en medio de una situación que expone lo intrascendente de su cotidiano.

La cinta de Iglesias Mendizábal destaca por la sutileza con que el director introduce pequeños símbolos para nutrir el desarrollo de los personajes principales. La muerte temprana de un compañero de juegos, por ejemplo, funciona como reflexión de la propia mortalidad de los protagonistas. O el aparato del título, para señalar la inexistentes aspiraciones de los tres amigos a largo plazo.

Esos elementos de maduración y cocina a fuego lento, recuerdan a la recién estrenada Forastero (2013), de la argentina Lucía Ferreyra, donde un par de amigos encontraba su punto de maduración después de deambular un par de días en la playa; o Temporada de patos, del mexicano Fernando Eimbcke, donde un grupo de jovenzuelos medita sobre su existencia gracias a un apagón.

Incluso, con la segunda, hay una conexión con un objeto (el cuadro de los patos) que hace avanzar la trama y le da significado a las acciones. Piensen las llaves perdidas del carro, la conexión de Lucas (Fabrizio Santini) con su novia y la metáfora del poco control que tiene sobre su relación, además del interés verdadero por conservarla a largo plazo. Ese montón de hojas no es sino un reflejo de su propio revoltijo mental. Fácil fue aventarse para perder el llavero, como complicado será recuperarlo.

La gesta adolescente filmada por Alejandro Iglesias Mendizábal es un recordatorio de lo grandes que lucen los problemas en esos tiernos años de la vida, donde cualquier brizna luce como un huracán. No todos tienen la fortuna de sobrevivir esos años para seguir buscando las razones que le dan sentido a la vida. La adultez no es el destino, sino el principio del viaje.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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