Juego de Niños de Makinov

Durante una de sus presentaciones en el Festival de Cine de Toronto, se presentó un pequeño video en el que un hombre con capucha hablaba un idioma extranjero (poco o nada discernible) que se hacía llamar “Makinov” y que a través de la presente cinta pretendía hacer un manifiesto sobre “la estúpida vida moderna” en un ejercicio de misantropía pueril. Esta misma torpeza se traslada a este refrito de la cinta española ¿Quién podría matar a un niño? del cineasta de género Narciso Ibáñez Serrador cuyo trabajo, de casi 40 años de edad, se siente más fresco que esta nueva versión.

Con el apoyo de Canana, actuaciones de Gerardo Taracena, Vinessa Shaw (una frecuente colaboradora del cineasta estadounidense James Gray) y un cameo de Daniel Giménez Cacho, es inevitable pensar que este personaje llamado “Makinov” es alguna celebridad del medio (un cineasta de renombre como Carlos Reygadas, Gerardo Naranjo o alguno del estilo) que está tratando de hacer un numerito publicitario al estilo de Joaquin Phoenix con el mockumentary I’m Still Here. El discurso verbal y cinematográfico de este hombre es limitado, torpe y tan provocador como urgarse la nariz en público.  Probablemente con un trabajo de su propia creación y con una propuesta visual de inteligente provocación, el anonimato de Makinov pueda desaparecer algún día, pero de momento, que se deje la capucha encima. Makinov quiere gritarle al estúpido y hacer estallar sus tímpanos, pero ese aullido es apenas audible.

Una mirada dentro de la mente de Charles Swan III de Roman Coppola

Presentada en el Festival de Cine de Roma a finales del año pasado, ésta representa la segunda cinta del flemático vástago del cineasta italoamericano Francis Ford Coppola, después de su CQ (2001), un agridulce homenaje a la psicodelia de Danger Diabolik! de Mario Bava y Modesty Blaise de Joseph Losey. Para su segunda cinta, el pequeño Roman se une a su cuate de infancia Charlie Sheen (ambos compañeros de juego en el set de Apocalypse Now de Coppola) para traer la historia de un exitoso diseñador gráfico, el Charles Swan del título, que es botado por su novia y a partir de ahí se sumerge en una vorágine de plástica degradación.

El trabajo de Roman Coppola es más sólido como soporte de Wes Anderson (con quien co escribió Moonrise Kingdom) a pesar de que a lo largo de la cinta logra generar una identidad visual apoyada en iconografía de publicidad setentera lo suficientemente sólida para distanciarse de sus grandes sombras (Anderson y Francis y Sofia Coppola). Charlie Sheen es llevadero, pero carente de auténtico aplomo para llevar la cinta en sus hombros, por lo que recibe el apoyo de Jason Schwartzman, Patricia Arquette, la bella Katheryn Winnick (con una linda interpretación de Aguas de Março) y el gran Bill Murray, cuyas fugaces apariciones levantan el ritmo de la alicaída cinta. Esta mirada es colorida y vistosa pero carente de profundidad y su mejor escena es la secuencia de créditos en chillante homenaje a Fellini.

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