¿Qué les pasó a las abejas? y la visión que se vuelve servicio

Buscar entre los escombros. Hacer la talacha necesaria, el trabajo pesado, el trabajo artesanal, el trabajo mal pagado y mal visto. El trabajo que ha prevalecido por siglos, el trabajo silencioso; el trabajo del contención cazador de rodillas o el que lleva veinte pulmones en las piernas para robar balones, distribuir y si se puede, rematar.

¿Qué les pasó a las abejas? (2018) es el documental con el que Adriana Otero Puerto y Robin Canul Suárez buscan exponer uno de los problemas más urgentes, más complicados y con mayores consecuencias para el ecosistema en el territorio maya de la Península de Yucatán. Después de enterarse por una petición de Change.org que Gustavo Huchín Cauich estaba recolectando firmas para detener la siembra de soya transgénica en el municipio de Holpechén, Campeche, Otero decide registrar la situación de los apicultores mayas de Campeche y el recorrido legal e institucional que Huchín y Leydy Pech Martín (Premio Medioambiental Goldman 2020) construyen para detener la siembra, pero con ello también la deforestación, la contaminación del agua, suelos y la muerte de las abejas.

El trabajo de Otero y Canul (periodista y fotógrafo maya) abarca la tradición del conocimiento verbal y de la praxis que pasa de generación en generación; conocimiento menospreciado por la ciencia y la cultura que pone toda su apuesta en el método científico, aunque no entienda el trinomio cuadrado perfecto, el principio básico que rige la nueva forma de entender la física: que las partículas son también ondas y las ondas son también partículas, o la tabla del 7. Si bien la selva maya ha sido un recurso fundamental para las comunidades aledañas, también ha sido objeto de protección, de investigación y de respeto. La forma en la que piensan y practican la sustentabilidad ha sido vertebral para la conservación del ecosistema, por ello cuando la producción de miel y resinas comenzaron a disminuir, resultó prioritario conocer las razones. Con Fantastic Fungi (Louis Schwartzberg, 2019) aprendimos y recordamos que todo está conectado, que las repercusiones y las aristas de una acción son inexistentes para la mirada obtusa y engreída.

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Si el progreso no se presenta, hay que provocar su llegada. Para ello la propiedad privada y nuevas formas de colonización son fundamentales: comprar grandes extensiones de selva virgen, talarla, aplanar la superficie y comenzar la siembra. A huevo, ni los zapatos; aunque el arquetipo de éxito al parecer tiene sumamente claro que a huevo, claro que sí, cómo chingados no se va a poder con dinero. La tecnología al servicio del mercado: pesticidas, plaguicidas y las semillas transgénicas que Monsanto trata de consolidar como el epítome de la vanguardia agroquímica –que produce más cantidad, de mayor volumen y más barato–, es precisamente la que contamina y destruye ecosistemas que por miles de años, se han logrado mantener, a pesar de la revolución industrial.

En muy pocos momentos la cámara de Otero y María del Carmen Sordo trata de encontrar lugares disruptivos en la imagen, ¿pero es pertinente una búsqueda plástica en una narración que enmarca una urgencia? Tal vez no siempre la poética –Titixe (Tania Hernández Velasco, 2018)–, el fuego creativo, –Llévate mis amores (Arturo González Villaseñor, 2014)–, la danza de la sombras –Tempestad (Tatiana Huezo, 2016)–, descansan en la imagen, sino en la construcción de todas sus aristas. Y sin embargo, ¿Qué les pasó a la abejas? se mantiene como un trabajo relevante como el registro de una de las muchas resistencias enfocadas en el colectivo, en la urgencia, en el presente y su búsqueda amorosa y al mismo tiempo con el cuchillo entre los dientes por un futuro, y lo más importante, un futuro en el que si bien la humanidad es importante, no es lo primordial.

La fortaleza del trabajo de Otero y Canul, radica en exponer que picar piedra, hacer la talacha, viajar a la Ciudad de México para adentrarse en las puertas malditas de la burocracia, de los tiempos eternos, de la pérdida de información, del desinterés y de las malas prácticas laborales; que viajar a Argentina y conocer las condiciones en las que la industria agroquímica dejó su herida; que dar seguimiento a los amparos y, por supuesto, poner el cuerpo en juego, es fundamental para un presente inmediato y que nos convoca a todxs, pero, al mismo tiempo, es un gran respiro trabajar y ponerse al servicio de aquello que deja de ser humano; de aquello que tiene su propia lógica, su propio ritmo y que siempre nos ha dado la bienvenida.

Por Icnitl Ytzamat-ul Contreras García (@mariodelacerna)