‘Qué buena está mi ahijada’: Un drama rural disfrazado de sexicomedia

El padrino de Crisostoma (Lina Santos) tiene un problema al que de seguro todo macho mexicano que se respete se ha enfrentado al menos un par de veces: su ahijada, la hija de su compadre, la niña a la que bautizó, esta muy buena. Demasiado. Y él esta completamente obsesionado con ella. Peor aún, no es el único. Pero Cris no quiere saber nada de ningún hombre pueblerino, ella espera a su príncipe azul, esa figura que se le aparece en sueños y que algún día llegara para llevarla lejos, a un mundo más sofisticado (entiéndase la capital de México).

Situada en el interior de la República y con una trama digna de los clásicos cómics mexicanos como Colegialas Ardientes o Las Chambeadoras, Qué buena está mi ahijada es una de las joyas menos reconocidas de esa enorme tradición de sexicomedias mexicanas. Las situaciones chuscas subidas de tono abundan en toda la película, en todas sus formas, ya sea por medio de la comedia física o haciendo uso magistral del doble sentido y el albur.

Los paisajes naturales de Taxco sirven como un set más para situar los chascarrillos en los que los protagonistas masculinos espían, alburean, manosean y fantasean con el atractivo elenco femenino liderado por Santos. En uno de los primeros momentos chuscos de la película ‘Tun Tun’ y su compañero ‘El bizco’ espían a un grupo de muchachas mientras se bañan en un río; cuando éstas se dan cuenta, los persiguen semidesnudas en una escena que bien pudo haber sido inspirada por uno de los sketches más famosos de los Monty Python en la película The Meaning Of Life, estrenada en 1983 (cuatro años antes que esta cinta).

Así son las intervenciones de este dúo. Ellos son los encargados de las escenas más absurdas en cuanto a humor físico, en los que se explota de sobremanera las características de ambos actores, con todo y música campirana de fondo, mientras arriesgan el cuerpo tratando de conquistar a cuanta mujer se les ponga en frente. Además de esto, no pueden faltar los dobles sentidos y albures provocados por los amplios escotes del elenco femenino. Nadie se salva y hasta entre familiares se lanzan frases con más de un significado, muchos de los cuales tienen una connotación sexual.

Éstos corren en su mayoría por parte de Portasio, padre de Crisostoma, y, su ahijado postizo, Odilon, interpretado por Alberto ‘Caballo’ Rojas, que trabaja en las tierras del primero desde pequeño, sin otra esperanza de pago más que el cariño de Santos, quien a su vez no quiere saber nada de él por su naturaleza simplona y mal olor. Rojas hace el papel de campesino abnegado, honrado, medio pícaro y calenturiento, que disfruta de las buenas cosas de la vida, como las mujeres guapas. Es una variación del papel que hizo durante buena parte de su carrera en este tipo de películas.

La trama prosigue entre broma y broma hasta que aparecen en escena los verdaderos villanos del cuento, un par de ladrones citadinos que tienen en la mira el negocio del padrino de Crisostoma, a la que usarán para poder robarlo. Así, el padrino, el típico terrateniente que explota al resto del pueblo, pasa de ser el villano obvio a una parte de este cuadrado amoroso junto con Odilon y uno de los ladrones.

Al final su papel se ve reducido al de una persona que sólo se dedica a desnudar mentalmente a su ahijada y al resto de sus empleadas. Sus planes malvados no avanzan, hasta un punto de la trama en la que, de la nada, trata de violar a Crisostoma para ser detenido por el padre de ésta. Hecho que no rompe esa fuerte relación de compadrazgo que los une, ni tampoco evita su redención al final de la cinta.

Después de una persecución digna de un video home de narcotraficantes. Odilon demuestra su valía y Cris se da cuenta de que el tipo de hombre que buscaba, aquel que la hiciera sentir segura, estuvo siempre ahí, entre los chivos y otros animales de granja, y acepta la propuesta de matrimonio.

En el fondo, después de quitar todas las bromas, leperadas, albures y escenas subidas de tono, Qué buena está mi ahijada es una complicada historia de amor, un verdadero drama rural que explora las relaciones entre personas de diferentes entornos, sus formas de vida y aspiraciones. Una trama que con otros actores y un tratamiento un poco diferente bien pudo haber sido una historia épica, o una telenovela de las nueve. Pero nadie quiere quitar todas esas capas de humor, que son lo que hace buena a esta película.

Por Xavier R. Vera (@SoyXavito)

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