‘Primer’: Un riguroso viaje atemporal

Para poder construir una carrera especializada en la industria cinematográfica se necesita más que simple entusiasmo. Para aquellos que se encargan de concebir una historia a partir de una idea, para luego desarrollarla en un guión, es de suma importancia un conocimiento previo del concepto de su obra. Aún más, todavía, si los mismos se aventuran a filmar todo lo anterior.

Si se pretende construir una obra en su totalidad, es necesario conocer el trasfondo de su nacimiento y desarrollo para no poder errar al momento de su ejecución. Para todos aquellos que deciden poner en marcha lo propio en la ciencia ficción, es todavía más complicado. Es el género, que quizá necesita más reglas para que su funcionamiento sea el adecuado y también el que tiene más oportunidades de inventar su propio reglamento.

Dentro del género mismo conviven la realidad con lo impensable y su distancia se delimita a placer de quien la escribe. Sin embargo, si las reglas que rigen el universo propio de la obra no arrojan una lógica en el contexto que se desarrollan, ésta pierde credibilidad. Y aunque la credibilidad en las películas de ciencia ficción sea algo que parece lejano, cuando no se tiene el concepto entero, no funciona.

En películas como Timeline o Black Knight  el reglamento de las acciones no tiene sentido alguno y todo lo que sucede ahí dentro carece de sentido para el espectador. Caso contrario en otras como Donnie Darko o Back to the Future, donde los enunciados que delimitan las acciones del desarrollo son confusas, pero nunca imprecisas. La ciencia ficción también debe invitar a su propia exhaustiva exploración.

Antes de convertirse en el director de películas de impecable ciencia ficción que ahora conocemos, Shane Carruth desarrolló una cierta cantidad de estudios. En su biografía se lee que se trata de un ingeniero de software que además estudió matemáticas y desarrolló software para simulación de vuelo. En su primera película, la alucinante Primer, hace uso de su aprendizaje y logra realizar una valiente película de ciencia ficción en donde conviven en armonía sus virtudes como cineasta y su genio como científico. Conoce el contexto de la película a la perfección y no tiene empacho en demostrarlo.

Las reglas de la película se encuentran plasmadas en sus escasos 77 minutos. Primer es una cinta de viajes en el tiempo que nace a partir de un grupo de ingenieros –clara muestra de la teoría– que intenta elaborar el invento que pondrá de cabeza a inversionistas y los hará millonarios; no saben aún qué es, pero saben que están cerca, hasta que dos de ellos se dan cuenta que la caja (como ellos le llaman) puede alterar el tiempo de todo lo que se encuentre dentro de ella. Así que deciden elaborar cajas más grandes para que ellos mismos puedan viajar en el tiempo. La premisa parece sencilla, pero no lo es tanto.

Todos los componentes de las cajas, su manera de alterar el tiempo y las teorías a su alrededor se encuentran mencionadas en el guión, pero es deber del espectador desarrollarlas para un propio entendimiento. La película, sí, invita a su explicación, al razonamiento de quien la admira. Las causas, consecuencias y maneras de sus viajes a través del tiempo y espacio están ahí, casi inentendibles, casi inexplicables, como un ejercicio cerebral de Carruth que comparte con su audiencia. También él mismo nos hace parte de un viaje por tiempo y espacio, porque la película se comprende más conforme estos avanzan y conforme se regresa a ella. Una ciencia ficción cuyas reglas sobrepasan la pantalla.

Primer además, está musicalizada y financiada por Carruth, para así cerrar el ciclo de una obra enteramente de una sola mano. Su música, como la película, es gradual y se hace más etérea conforme avanza. Narrada en primera persona por medio de una grabadora de voz, la cinta termina de hacernos parte de ella cuando el último speech del protagonista es dirigido al espectador. Termina de contarle una historia, para que comience el ejercicio cerebral, para que el tiempo y el espacio avancen  y después regresar a ella. Las teorías y líneas temporales de la película ayudan a elaborar una explicación que tenga más sentido, pero la ciencia ficción más rigurosa parece nunca terminar de entenderse.

Irse y regresar a Primer con el paso de los años hace ese camino a la luz todavía más emocionante.

 

Por Joan Escutia (@JoanTDO)

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