Pleasure: La resistencia según Ninja Thyberg

Si existe un epítome de la manifestación de la mirada masculina —en cuanto a construcción del deseo y el placer visual—, sin duda se encuentra en la industria de la pornografía. El porno, matizado por el tabú y la clandestinidad, es un campo donde pueden cristalizarse fetiches y fantasías de todo tipo, donde se permite llevar al límite la búsqueda por satisfacción. Funciona, también, como un mecanismo codificador del deseo y lo deseable, como una herramienta inclusive didáctica: nos indica hacia dónde hay que mirar, cómo actuar y cómo reaccionar. Establece roles, jerarquías y campos de acción. Avala, normaliza e impone límites y estándares. Sin embargo, no podemos obviar que, al final, el porno también es cine, es representación. Y como tal, está respaldado por una industria, por un andamiaje y una serie de dispositivos que han vuelto posible lo que vemos en pantalla. Es en este entramado donde decide adentrarse Pleasure (2021), para cuestionar no sólo esta industria sino también su rol en la construcción del placer y la mirada.

Linnéa es una joven sueca de diecinueve años que llega a Los Ángeles con el sueño de convertirse en una gran estrella de la industria porno. Las primeras secuencias, a través de las cuales su personaje es presentado, son meras transacciones de negocios: la vemos llegar al aeropuerto —y mentir sobre la razón de su viaje—, depilarse, desinfectarse las manos, grabar un consentimiento antes de su primer rodaje, cobrar, recibir instrucciones… A pesar de encontrarse sola frente a una industria aplastantemente poderosa, la protagonista insiste y se presiona a sí misma para escalar.

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En el proceso, no sólo se encuentra con el cinismo, violencia y explotación de un campo abrumadoramente dominado por hombres, sino también con aliadas que le brindan consejo y en cierta medida le dan fuerzas para continuar. La directora Ninja Thyberg comenta al respecto, “creo que la única manera de enfrentar al patriarcado es hacer redes con otras mujeres, unir fuerzas”. Es especialmente reveladora una escena en las amigas de Linnéa fantasean con rebelarse ante el sistema y hacer sus propias películas. Al final, sin ellas, los eslabones más explotados y menos poderosos, toda la industria se desmoronaría.

Thyberg hace un ejercicio consciente por redirigir la mirada tomando así una postura política clara: en los instantes más explícitos de la cinta, lo que vemos en pantalla es el rostro de la protagonista, subvirtiendo así la despersonalización a la que son sometidas las mujeres en el porno más convencional. “Mi primer impulso siempre es reproducir la mirada masculina, pero decido conscientemente retarla una y otra vez. Investigo, escucho a la gente, hablo con los actores. Resisto a la tendencia de proyectar mis propias ideas simplemente, de encontrar evidencia para mis preconcepciones”, reflexiona la directora.

Más que hacer una crítica frontal hacia el porno y la industria que lo respalda, Pleasure pretende cuestionar el rol de las mujeres en un plano mayor. “La cinta es una alegoría de mis propias experiencias como una mujer en una industria dominada por los hombres, intentando llegar a la cima. A lo largo de mi carrera he tenido que alimentar los egos de los hombres, reírme de sus chistas, hacerme pequeña. Pero no he triunfado sólo por eso, sino también gracias a las mujeres que han luchado históricamente. Hoy hago cine en un contexto más afortunado, con más conciencia y reclamo por los derechos de las mujeres. Sin embargo, creo que esa obsesión con la belleza no ha cambiado, no hemos superado la mirada masculina”, dice Thyberg al respecto. Al final del día, seguimos resistiendo en un mundo dominado por hombres, toca seguir luchando desde nuestras propias trincheras.

Pleasure se estrena este 17 de junio en MUBI.

Por Ana Laura Pérez Flores (@ay_ana_laura)