‘Play, juegos de hoy’: El juego de la intimidación

La mirada de la culpa

Un pequeño grupo de niños está platicando en medio de un centro comercial, sabemos que están ahí porque los oímos, pero no están a cuadro. Conforme pasan los minutos, por fin podemos ver a nuestros protagonistas, pero desde un plano abierto. Su mundo es irrumpido por un grupo de niños negros, uno de los cuales les pide la hora. Al sacar el niño su teléfono y dar la hora, el otro le dice que el teléfono es idéntico al que le quitaron a su hermano pequeño hace unas semanas, nunca estamos cerca, no hay cortes y el acercamiento ha sido tan gradual que es imperceptible. A un acto tan sencillo, le siguen dos horas de horror doméstico, todo desde una escalofriante distancia.

La intimidación es un arma poderosa, dota de una falsa sensación de poder a aquellos que buscan restablecer su hombría perdida y amedrenta al débil mediante un juego psicológico de manipulación y miedo constante. El fenómeno existente desde hace décadas recién bautizado como bullying  se nutre de esta acepción, un ciclo de violencia psicológica que puede llegar a niveles de un horror sutil inimaginable, equiparable únicamente a los horrores terrenales de ver Laura en América.

La risa de los pobres ante la pomposidad del burgués

Basada en hechos de la vida real (como La Rosa de Guadalupe), Play busca retratar algo que se dio en Suecia entre los años 2006 y 2007, en el que un grupo de niños negros robaron a varios niños…en lo que representó la ola delictiva más importante en la historia de Suecia. Ahora el fenómeno en cuestión se embona con el mentadísimo bullying y las consecuencias psicológicas que el mismo acarrea.

A pesar de que el discurso de la película puede ser erróneamente leído como “racista” por una cuestión maniquea y ancestral de “víctima blanca” y “perpetrador negro”, Ruben Östlund evade inteligentemente este bache político con un discurso narrativo que mantiene una distancia “neutral” del hecho retratado, el punto desde el cual podemos percibir la mayor cantidad de aristas de todo el fenómeno, responsabilizando a figuras de autoridad de generar un círculo de agresión que gradualmente se va transformando, y en la cinta la única figura de autoridad que reprende es el hombre blanco.

El juego más violento: el de la psique

Los juegos y medios de diversión cada vez se han tornado más sádicos y macabros. Particularmente dura es la escena del grupo de niños acosando a una de las madres de los niños blancos por teléfono mientras se meriendan una pizza, en el que simulan ser uno de los niños acusados confesándole a su madre que le gusta que le den por detrás (pero en Suecia son tan liberales que probablemente la madre le hubiera dado un par de tips al niño). Lo cierto es que el bullying no es un fenómeno aislado, más uno naciente de una serie de problemáticas y conflictos de índole esencialmente familiar, en el que el total abandono paterno busca un modo de expresión de este rencor y enojo, sentimientos que llevan a la creación de la intimidación como el juego de este siglo, en el cual estos niños son buenos, pero finalmente es el adulto quien impone las reglas de este juego.

No se preocupen, muchachos, Rocío Sánchez Azuara ya está investigando

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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    1 Response

    1. WilyCoyote

      Es difícil no caer en la reflexión del racismo con este filme, hay momento muy marcados que lo definen, las actitudes de los jóvenes negros entre sí y hacia los atacados, las frases ocultas sobre el problema de la inmigración en la escena del árbol “cualquiera que le muestra su celular a cinco chicos negros merece que le pase esto”, y la escena entre la confrontación de los adultos y los niños “ellos son una minoría y son doblemente débiles” deja ver intenciones ocultas del guión.

      Además, no hay nada maniqueo entre atacados y atacantes, el director pone intencionalmente un joven asiático como parte de las victimas mientras mantiene a los atacantes enteramente negros, y cae en situaciones tan absurdas (las 100 lagartijas, el niño asiático defecando hacia la cámara, la escena donde los niños ofrecen el celular a los ladrones y estos les obligan a seguir con el juego) que producen una lastima patética hacia estos niños desamparados que no logran safárse de sus atacantes.

      el director escuda -a mi parecer de manera sucia- tras un trending topic (el Bullying) una reflexión extremista sobre la constante inmigración de las comunidades de color a los países del norte de Europa, y no hay escena mas grosera en este sentido a mi parecer que aquella donde vemos un plano continuo del rostro maltratado y cansado de la juventud blanca mientras es reprendido por los oficiales del tren y al mismo tiempo sus atacantes se regodean de sus ganancias (poco importa si ellos usaron los frutos del robo para comprar comida, los diálogos bastan para que odiemos a los atacantes)

      En conclusión una pelicula pretenciosa y con demasiados símbolos ocultos que intentan convertir en victimas los jóvenes Europeos ante la implacable invasión de los enemigos “negros”, Play, juegos de hoy prometia un ejecricio de estudio de caso sobre el Bullying y en vez de eso ofrece una critica personal y extremista sobre un problema racial en forma de un casi satanizado grupo de ladronzuelos negros.

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