Pincel y Celuloide: ‘Shame’

El estado post coital: Letargo

El sexo es un fenómeno extremadamente complejo con una gran cantidad de aristas y variaciones, por lo tanto, todo fenómeno que gire alrededor del mismo no es sencillo de retratar. Cuando se habla de sexo, fácilmente se cae en extremos disimiles de opinión: perversión o puritanismo. Especialmente complejo es retratar el sexo de manera visual sin rosar la frágil línea entre erotismo y pornografía, caras diferentes de una misma idea.

La fascinación del mundo por el sexo es eterna, no importa cuantos senos hayas visto en tu vida, siempre quieres ver mas. En Shame (2011), Steve Mcqueen, director de la elegantemente escatológica Hunger (2008), retrata en su nueva cinta la adicción al sexo nacida de un profundo hueco emocional. Mcqueen abre su cinta con una imagen cadavérica de Michael Fassbender (o Fassmember) en un letargo post coital reminiscente a aquél de la obra La Venus Dormida de la pintora de la escuela caravaggista Artemisia Gentileschi. En ambas imágenes las sabanas imprimen toda la vida a un par de cuerpos en pleno letargo. Mcqueen retrata a Fassbender en la más pura tradición barroca.

En público y privado: La adicción al sexo

La adicción al sexo en Shame y en Choke (2008) basado en el libro homónimo de Chuck Palanhiuk es retratada como el reflejo de una niñez llena de abandono, en la que la gratificación sexual es la forma más cercana a la expresión de una emoción. Ambas cintas parecen proponer que el glande es más sensible que el alma misma (¿no lo es acaso?), además de traer a su puesta en escena la objetificación del cuerpo humano, la reducción del ser humano al contacto genital y de manera compulsiva, el enfoque de Choke se acerca más a la comicidad sardónica que la contemplación hipnótica de Shame, similares en su desesperada busca de afecto, pero al mismo tiempo la evasión constante del mismo.

La masturbación como narcisismo

El personaje de Brandon (Fassbender) es un ejecutivo neoyorquino, relativamente exitoso económicamente y altamente exitoso con las mujeres, más sin embargo taciturno y fácilmente irritable, Brandon es un Narciso diferente, tiene todos los elementos para generarlo, sin embargo mantiene una actitud totalmente opuesta durante gran parte de la película, su narcisismo esta introyectado y se expresa mediante la constante actividad masturbatoria (como la definió Niurka: hacerse el amor a uno solito) frente a espejos, solo cuando ha llegado a un punto de quiebre en el desarrollo de la cinta, específicamente en la escena del bar, es cuando nos damos cuenta de lo destructivo y peligroso que puede llegar a ser su ego. Tal como paso con el mítico Narciso, retratado aquí por Caravaggio.

Paraíso o Infierno: El espacio como personaje

En una gran porcentaje de las películas de Martin Scorsese, la ciudad de Nueva York es una entidad que dota de sentido el rumbo de los personajes y sus diferentes líneas argumentales, retratada hasta el cansancio ya sea como una ciudad hiperidealizada y romántica o como el caño del diablo, ciertamente Nueva York es una ciudad icónica, pero su valor es siempre proporcional al que el personaje principal de la cinta en cuestión quiera darle, tanto Scorsese como McQueen retratan en Mean Streets y en Shame a la ciudad como un lugar idóneo para la perdición moral, la majestuosidad del escenario en cuestión ensalza toda la degradación, la grandilocuencia arquitectónica acentúa la veloz degradación de Brandon en Shame. Y se pone peor cuando Liza Minelli canta “New York, New York”.

Un hombre en el baño es un hombre vulnerable

Steve Mcqueen es un director que hace del cuerpo de Brandon (Fassbender) uno de sus principales recursos narrativos, cuando vemos a Brandon en cueros estamos contemplando la esencia cruda de un hombre perdido y totalmente vulnerable, además de ver el pene del cual George Clooney quedo prendado. Caillebotte, pintor francés impresionista, retrato de una manera similar el cuerpo humano masculino, ambos hombres se presentan en momentos privados, que ponen al espectador en una situación incomoda o en un papel vouyerista. Ambos retratos carecen de preciosismo y son austeros en sus medios de representación, pero iguales en su enorme sentido de invasión a la intimidad.

La escoptofilia: Enfermizo Placer

Hitchcock fue el primer hombre que hizo de toda su audiencia una serie de perversos vouyeristas, al brindarnos un poder que rara vez percibimos como tal: la visión. En Rear Window (1954), Hitchcock propone un juego visual en el que tenemos acceso al mundo privado a través de la ventana, el espacio que divide lo privado de lo público, espacio invadido por la metiche cámara de Hitchcock, en la que L.B. Jefferies (James Stewart) nos alecciona sobre los peligros de la invasión del espacio íntimo, no importa cuan oscuro. Por otro lado, en Shame este ejercicio de “sana perversión” invita a Brandon (Fassbender) a querer emular ese mundo privado, al ver en un edificio de departamentos una pareja echándose un palillo a los ojos de Dios. En ambas cintas, apreciamos los peligros de invadir espacios privados o de querer emularlos.

La podredumbre en un gesto

La necesidad nace de la carencia, la adicción de una sensación de plenitud y la decadencia nace del exceso. Después de una pelea con su hermana Sissy (una bárbara Carey Mulligan), Brandon decide tomar una profunda dosis de provocación y sexo sin control (que lo llevan hasta un mamadero gay y a hacer un trio con una puta asiática-puta por profesión- y una puta güera) llega un punto en el que el gesto de Brandon deja de reflejar ese constreñido placer de antes,
al punto de desfigurarse y reflejar una profunda desesperación, al cruel estilo de un cuadro del genial Francis Bacon, cuadros en los cuales la desfiguración del rostro a través de un simple gesto, hace humano ese estado de putrefacción moral, logrando perturbar al espectador. Al final del día, Shame es una cinta ambigua respecto a una moraleja con su título en inglés, Shame se traduce como “Vergüenza” que al final es lo que Brandon parece sentir al mirarnos directamente y derrumbarse, en México, el título es Deseos Culpables, pero de la culpa a la vergüenza hay un pene de diferencia.

“P*nche Gunnar…siempre me prende…”

Por JJ Negrete

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    1 Response

    1. Poncho

      ¡Negrete!

      Muchas felicidades, me gustó la forma en que escribiste este artículo y sobre todo las comparaciones.
      Sigan así y recomienden más películas. Espero que puedan hacer una sección de cine mexicano y europeo.

      Saludos.

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