Phono-Cinema | ‘Surviving The Police’: Ser rockstar era chévere

Andy Summers es, tal vez, el guitarrista más desangelado del rock; justo en esa posición, donde los que se dedican a rasgar las 6 cuerdas brillan y triunfan por encima de sus compañeros (tal vez sólo debajo de, algunos, vocalistas), Summers mantuvo el anonimato. Por supuesto que su relevancia es importante, y su talento musical es innegable, pero jamás fue el elemento más notable de su agrupación: The Police. Pero el guitarrista no es sólo eso; su talento como fotógrafo lo llevo a retratar el mundo surrealista y explícito de las giras musicales, además, al pasar de los años, sus memorias fueron plasmadas en el libro El tren que no perdí; base en la que se cimienta Can’t Stand Losing You: Surviving The Police (2012) documental inaugural de la segunda edición de la muestra Phono-Cinema.

El documental intenta darle a Summers su debida importancia, contando lo revelado en el libro: la vida antes y después de la banda, pero, siendo sinceros, ese hoyo negro llamado The Police absorbe toda la luz de un músico hecho y derecho, que no sólo es bueno en su profesión, sino que ama lo que hace. También es notable que hay otro astro que absorbe, y consume, a la banda: Sting. Así, la mayor parte de la cinta se concentra en el matrimonio afectuoso/desastroso que fue The Police, comparando el pasado con el presente, yendo y viniendo del pietaje de los años 70 y 80 a la gira de reencuentro en el 2007, vemos como este triángulo amoroso (Sting-Andy Summers-Stewart Copeland) se va desgastando, desintegrando y desmadrando. El amor se vuelve odio, la amistad pelea, la inspiración musical es ahora una lucha por el ego, la fama y la fortuna.

The Police lo tuvo todo, llegó en el momento oportuno. Eran los rockeros con actitud punk y los punketos que sabían tocar. Podían posicionarse en el chart, desplazando al ídolo Michael Jackson, a la vez que ganaban un Grammy por un tema de rock instrumental. Pero la ascendencia tan vertiginosa los llevo al desasosiego, al mareo. La historia ya es por todos conocida, las estrellas del rock que dejan atrás un pequeño pueblo (en Estados Unidos, Alemania, México o Inglaterra) y llegan a la ciudad con su  guitarra a cuestas. Tras perderse en un laberinto de bares, encuentran a los miembros ideales para la agrupación que romperá las cadenas del anonimato; ahora se presentaran en la televisión, en la radio, en los estadios. Pero todo tiene un precio, llegará la adicción, el consumo; se irá la familia, los amigos se volverán enemigos y el dinero no podrá comprarlo todo.

Esa es la historia de Andy Summers un sobreviviente, un moderno Teseo que derrotó al Minotauro y pudo salir del laberinto. Es el tío bonachón que en las reuniones familiares cuenta como conoció a Pink Floyd, Led Zeppelin, Sting. Que con sus fotografías pecaminosas exime a los demonios del consumo y el exceso. Un Andy Summers que reencontró el camino, que espera ansioso a que el vocalista de su banda le dicte el orden de su vida, pero que a la vez espera que jamás tenga que ser lo que alguna vez llegó a ser.

El documental fluye como un disco de The Police, rítmico pero sin aspavientos; es sólo el retrato fílmico de lo que sucede y sucedió. El pietaje de la agrupación tendrá un valor para los seguidores, y funciona como acento a lo narrado, pero no va más allá de lo que ya pudimos haber imaginado. La voz en off del protagonista es poética, exalta su narrativa musical, su voz suena, cimbra, alude y describe. Hay un momento, casi al final del documental, que es uno de los más memorables y podría resumir lo que sucede durante sus 79 minutos. Andy Summers, como parte de la gira que está llevando a cabo con The Police, recorre las calles japonesas, ahí, en un karaoke, escucha el más grande éxito de la agrupación Every Breath You Take; entra al bar. Dos japoneses cantan sin reparar en quien los escucha, es más, el inglés se une a ellos, y los asiáticos no reparan en la importancia de ese dueto. La audiencia, en la sala de cine, se parte de risa, el anonimato de Summers es la sal y la pimienta de ese caldo; él es parte importante del aquel éxito, es vital para el desarrollo musical de una generación, y es, sobre todo, un ser humano que vale más por su humildad y se creación que por los reflectores que logra acaparar. Músico, poeta y loco.

Can’t Stand Losing You: Surviving The Police es una cinta rockera, ochentera, generacional. Niños lleven a sus papás, papás, no lleven a sus niños; disfruten los años mozos, disfruten de éste trío, que el amor dura poco.

Por Ali López (@al_lee1)

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