‘Perdidos’: Entre cintas y espíritus

En el intento por realizar un proyecto de tesis cinematográfica que involucra la búsqueda de presencia paranormal, en un abandonado edificio repleto de baños públicos de Santa María La Ribera, cinco estudiantes se dan a la tarea de entrar a las inmediaciones del lugar para filmar, encontrando funestas consecuencias al descubrir una misteriosa habitación.

Perdidos (2014), del realizador mexicano Diego Cohen, presenta el venidero escenario de terror con una pantalla en negro, escuchándose en el idioma hebrero un exorcismo, dejando como consecuencia la presencia de un hipotético espíritu, otorgando un poco de identidad en su propuesta.

El austero relato recrea el metódico proceso por el que los personajes realizan el scouting en la zona, la breve estadía en el edificio a lo largo de la noche  y la posterior filmación, producto del aprendizaje en la materia cinematográfica. A su vez, la amigable interacción que mantienen como equipo de trabajo otorga los pocos momentos sin tensión de la odisea, así como el desarrollo de empatía hacia los personajes en cuestión, quienes prosiguen con escepticismo a pesar de la clara advertencia del velador sobre el misterioso cuarto.

La curiosidad hacia lo prohibido es el móvil para desencadenar la desgracia en los cuatro estudiantes, aguardándose con predictibilidad por la introducción que afirma la “desaparición” de casi todos los protagonistas. Cohen recurre al found footage, subgénero del terror poco explorado en el cine mexicano, con sus actores filmando con cámaras de calidad, captando acertados momentos de tensión y de susto gracias a la oscuridad que reina en los baños públicos, desde la soledad que los embarga hasta los rastros de abandono del edificio.

Con una notoria influencia devenida de la desaparición de otros estudiantes en las inmediaciones de un bosque en El proyecto de la Bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999), el aborde, si bien un tanto dinámico por la variabilidad de básicas técnicas cinematográficas, desde las tomas fijas a pocos pasos de una inerte puerta hasta los acercamientos a los objetos de interés, nunca asombra, a cuestas de sus buenas intenciones.

Si bien el recurso es una novedad en el género por parte de una cinta mexicana, no lo resulta en un nivel general, debido a la sobreexposición del found footage, con una inicial oleada de sustos basados en la captura de acciones en el formato, como el terror español plasmado con grabaciones en REC (2007), el acechamiento de espíritus chocarreros en Actividad paranormal (Paranormal Activity, 2007) o la invasión de monstruos de Cloverfield (2008). Propuestas demasiado vistas en planteamiento y forma, conformada por personajes de los que poco se sabe, todos ellos dependientes de las incidencias que los rodean.

A pesar de llegar demasiado tarde y después de la excesiva consolidación de la vertiente del falso documental en el mundo (visto inclusive en el área de los superhéroes con la efectiva esencia indie de Chronicle), Perdidos es un buen intento que evidencia el interés de Diego Cohen por crear un ángulo distinto en el terreno nacional a un tema muy predecible y conocido de sobra.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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