‘Olé, el viaje de Ferdinand’: una aventura de toros y toreros

Estamos a unos días de que se termine el año y eso significa que es esa época en la que muchos se encuentran de vacaciones tanto de sus escuelas como de sus trabajos, por lo que, entre otras cosas, tienen tiempo de sobra para poder acudir en familia a su sala de cine favorita y ver alguna de las opciones disponibles en la cartelera. Tomando en cuenta esto, los estudios tratan de reservar el estreno de una cinta familiar para esta temporada y es así como llega Olé, el viaje de Ferdinand (Ferdinand) para contar la historia de un curioso personaje que desea ser más de lo que aparentemente está destinado a ser.

A largo de los años el cine de animación nos ha regalado una amplia variedad de historias sobre personajes que buscan el lugar al que pertenecer y que se niegan a ser solamente lo que los demás les dicen que deben ser, a esos héroes animados que se rebelan contra el sistema que les exige que cumplan con ciertas normas y que están dispuestos a arriesgarse con tal de encontrar aquello que realmente los hace felices, ahora podemos agregar el nombre de Ferdinand, un toro que está convencido de que puede ser más que una simple pieza de la fiesta taurina.

Olé, el viaje de Ferdinand es el viaje de autodescubrimiento de su protagonista, quien siente cierta atracción y admiración por las flores, a él le gusta admirar todo lo que está a su alrededor y descubrir cosas nuevas, razones por las que es sumamente criticado por los demás toros que viven en el mismo lugar que él y por las cuales todos lo molestan, ya que les resulta extraño que un toro no desee cumplir con el glorioso destino de ser elegido por un torero experto para enfrentarlo durante una corrida en una plaza llena de personas.

Ferdinand tiene el tamaño necesario para intimidar a cualquier torero, pero en realidad es amistoso y lo que menos quiere es ser parte de esa fiesta que le apasiona a tantos. El problema para el personaje es que no es tan fácil que pueda zafarse del destino que se le ha impuesto desde su nacimiento, pues en el lugar en el que está los toros que no son elegidos para las corridas terminan en el matadero para convertirse en carne de primera que llegará a las mesas de diferentes lugares, ¿pero qué pasaría si un toro es capaz de probar que puede tener algo más que cualquiera de las dos opciones mencionadas? Eso es lo que pasa en Olé, el viaje de Ferdinand.

La cinta cuenta con una animación bien hecha y su historia resulta bastante entretenida, sobre todo para los cinéfilos más pequeños, y su mayor atractivo está en sus personajes, los cuales cumplen con diferentes funciones determinadas dentro de la historia y ayudan a que ésta avance de una mejor manera. Entre el enorme toro de buenos sentimientos, un grupo de toros con personalidades diversas que poco a poco se van dando cuenta de que la vida puede ofrecerles algo más, unos caballos presumidos, un trío de puercoespines gandayas a los que no hay que perder de vista y una cabra sínica, la gama de personajes de la película es la indicada para asegurar atrapar la atención de todos los espectadores.

Además, vale la pena resaltar el trabajo hecho en el doblaje, ya que no se recurrió a los “mexicanismos” que cada vez son más comunes a la hora de doblar un filme al español en México y, en lugar de eso, lo que se hizo fue respetar los diálogos originales y se adaptaron de la forma más adecuada; mención aparte para lo hecho por Mariana Treviño dándole voz a la cabra Lupe, la cual adquiere una personalidad muy bien definida y no para de hacernos reír con las cosas que dice, todo cortesía del estilo que le pone la actriz.

Olé, el viaje de Ferdinand está muy lejos de ser la mejor película animada de 2017, pero sí es una opción bastante recomendable para ir al cine en familia o para llevar a los miembros más jóvenes del hogar mientras están de vacaciones.

Por Jonathan Sánchez (@JonathanEslui)

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