Oblatos, el vuelo que surcó la noche: clases de historia

Los años 70 en México vieron al Estado poner en la mira a estudiantes y jóvenes deseosos de un cambio, promotores de ideologías que rompían con las formas tradicionales de gobernar. Una amenaza al estatus quo imperante que fue reprimida con violencia y eficacia, como se demostró el 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971 durante la Masacre de Corpus –exploradas recientemente en Olimpia (2018) y Roma (2018), respectivamente–. Esta represión radicalizó las formas de ciertos sectores populares, quienes desde su trinchera se sumaron a la escalada de violencia buscando validar sus exigencias. Uno de los capítulos más negros del país se escribió esos años, fragmentos de historia suprimidos selectivamente por las autoridades.

El primer largometraje documental de Arcelo Ruíz Villanueva, Oblatos, el vuelo que surcó la noche (2019), busca funcionar en dos frentes: documentar la historia y represión sufrida por el grupo guerrillero Liga 23 de septiembre; y, a manera de thriller, relatar la fuga de varios de sus miembros de uno de los penales más custodiados de Jalisco. Temas que han sido poco tratados por el cine o la televisión mexicana.

Esos fragmentos historiográficos de Oblatos… intentan reapropiarse y romper con la historia oficial, una que constantemente distorsionó los objetivos de los jóvenes guerrilleros hasta transformarlos en los demonios protagónicos de la propaganda gubernamental. La intención recuerda a los casos recientes del documental histórico, La guerrilla y la esperanza: Lucio Cabañas (2005) y La batalla del volcán (2018), donde los autores aprovechan la voz de algunos protagonistas colaterales para llenar los agujeros ignorados por las “verdades históricas”.

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La película de Ruíz Villanueva da voz a esos actores olvidados, a quienes no sólo escaparon del penal sino que han luchado buena parte de su vida contra la invisibilización de las autoridades y la propia (ser guerrillero, en México, significaba mirar de manera permanente sobre el hombro). La voz del colectivo transformada en arma cinematográfica contra el olvido. Son las arrugas de sus rostros y manos a cuadro, las que cargan con las experiencias de esos años, las que mejor expresan sus sentimientos sobre lo sucedido.

En su otra faceta, Oblatos, el vuelo que surcó la noche se transforma en un documental casi pericial, en la vena de La delgada línea azul (The Thin Blue Line, 1988). Aunque su acercamiento casi casual y de confianza a los entrevistados, también recuerda al trabajo de Everardo González en Los ladrones viejos, las leyendas del Artegio (2007).

Arcelo Ruíz Villanueva y su equipo echan mano de una maqueta para reconstruir el azaroso escape de los presos, además de capturar lo apremiante de su huida: cualquier día en la penitenciaría podría ser el último ante el aparato opresor del Estado, rencoroso de sus atrevimientos políticos y criminales. Así, por momentos, esta sección se convierte en la versión documental del clásico La fuga de Alcatraz (Escape from Alcatraz, 1979), de Don Siegel, apuntalada con la creciente amenaza sobre los jóvenes de no poder evadir el encarcelamiento y terminar “borrado” como muchos otros de sus compañeros.

Oblatos, el vuelo que surcó la noche es una lección que no teme entretener, ni negarle al público uno de los fragmentos claves y dolorosos para entender nuestra Historia. El cine, retrato vivo de quiénes somos.

Por Rafael Paz (@pazespa)